Entrar Via

Amor Perdido en la Avalancha romance Capítulo 1

Noruega, Archipiélago Svalbard.

—Enrique, ya investigué todo, aquí podemos hacer caminata sobre el glaciar y más adelante hay una expedición a las cuevas de hielo. Incluso le pregunté a la gente del lugar y me dijeron que, durante la caminata, es posible ver la aurora boreal.

En esta ocasión, Enrique Farías por fin había logrado sacar quince días libres para acompañarla a ver la aurora. Para este viaje, Fátima Orozco había trabajado varios turnos de noche seguidos, solo para poder arreglar las vacaciones con sus compañeros del hospital.

—¿Mañana vamos juntos a la caminata sobre el glaciar, sí? ¿Te parece?

Fátima tenía la cara casi enterrada en una bufanda gruesa, los ojos le brillaban de emoción y esperanza.

Sus pestañas, largas y rizadas, estaban cubiertas por pequeños cristales de hielo. La punta de su nariz, roja por el frío, contrastaba con el brillo intenso de su mirada.

Al hablar, su aliento se convertía en una nube blanca que envolvía su rostro entusiasta, dándole un aire de ensueño.

Enrique pocas veces había visto a Fátima expresar sus emociones así, tan a flor de piel.

Desde que comenzaron esta relación por contrato, Fátima siempre había sido tranquila y amable, con un ánimo tan estable que parecía que nada en el mundo podía hacerla perder la calma.

Esa mirada suya, tan cautivadora, parecía un río de estrellas, sobre todo cuando le hablaba así, con tanta esperanza, como si todo su universo se iluminara de pronto.

Enrique la miró y, sin pensarlo mucho, le sonrió.

—Claro, vamos.

La alegría de Fátima se desbordó de inmediato, iluminando su cara como si ya hubiera visto la aurora.

...

Al día siguiente, la pareja se preparó y, acompañados de un guía local, salieron rumbo a la expedición de cuevas de hielo.

Esta vez, la nevada en Noruega era intensa; las montañas junto al hotel estaban cubiertas por una gruesa capa blanca.

—Enrique, mira, esto es increíble… No sé cuándo podré volver, pero ya quiero regresar algún día —comentó Fátima, abrazada al brazo de Enrique, sin poder ocultar su felicidad.

—Si quieres volver, yo...

Enrique no terminó la frase. Su celular comenzó a sonar de repente.

Contestó la llamada, serio.

—¿Bueno? ¿Qué pasó?

—Ve tú a ver la aurora esta noche. Cuando logre ayudar a Pilar, regreso contigo.

No le dio oportunidad de responder; Enrique salió del hotel sin mirar atrás.

Fátima, de pronto, despertó de su estupor y corrió tras él.

—¡Enrique, espera!

Apenas lo llamó, Enrique se dio la vuelta con gesto impaciente. Esa expresión amable de la mañana se había esfumado, reemplazada por un aire hosco y cortante.

—Fátima, cuando me casé contigo fue porque eras sensata y sabía que entenderías las cosas. ¿De verdad vas a ponerte celosa justo ahora y tratar de detenerme cuando alguien necesita ayuda?

Mientras hablaba, Enrique la miraba con una mezcla de decepción y fastidio.

Fátima sintió como si un alfiler le atravesara el corazón. Lo miró, atónita, sin saber qué decir.

Al ver la expresión de Fátima, Enrique titubeó, dándose cuenta de que quizás se había pasado. Por un instante, en sus ojos apareció una chispa de arrepentimiento.

—Yo...

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor Perdido en la Avalancha