¡Qué eficiente!
De verdad que esto sí funciona, y muy bien.
—Señorita, usted es increíble. Mira que, aunque volviera a nacer, no creo que pudiera entender tantos enredos como los que hay aquí —Liam no se guardó ni tantito sus halagos.
Beatriz escuchó en silencio, con la mirada fija en los árboles que pasaban de largo por la ventana del carro. Lento, apartó la vista.
Esta ruta ya la conocía de memoria. La había recorrido tantas veces que podía hacerlo con los ojos cerrados.
Algún día, solo quedaría ella caminando por ahí.
A veces, la gente ocupa un lugar que no le corresponde tanto tiempo, que termina creyendo que le pertenece.
Pero no había prisa.
Ella tenía todas las herramientas necesarias para poner a cada quien en su sitio.
—Vamos a la casa —ordenó.
El carro tomó rumbo a la misma casa donde había vivido tres años atrás.
Andrés ya había llegado antes. El encargado de la zona residencial lo estaba guiando por el lugar, mostrándole los alrededores.
El recorrido se alargó y, justo cuando terminaron, Beatriz apareció, usando unos lentes oscuros. Caminó hacia ellos con paso firme.
Andrés la señaló:
—Tienes que platicar con nuestra señora.
El vendedor miró a Beatriz, curioso. Esa casa había sufrido un incendio; como ya había sido comprada de forma particular, no se podía reconstruir así nomás. Además, la dueña anterior había fallecido en el incendio, y eso convertía el lugar en una casa “maldita”.
La familia Zamudio ni siquiera se preocupaba, solo la habían dejado a la venta. Llevaba tres años y nadie la había querido comprar, así que ver a alguien interesado resultaba casi un milagro.
—Buenas tardes, señora.
—¿Cuánto cuesta? —Beatriz fue directo al grano.
El vendedor se quedó boquiabierto:
—Señora, esta casa se incendió hace tres años. Solo queda el terreno. ¿De verdad la quiere comprar?
—¿No se puede reconstruir? —preguntó Beatriz.
—Sí se puede —pensó el vendedor, sorprendido de que ella ya supiera ese detalle—. Pero la reconstrucción solo puede hacerse siguiendo los planos originales de la casa. ¿Le interesa igual? Si la compra, la verdad, sí sería una locura.
—Está bien —Beatriz asintió tranquila, de pie bajo la sombra de un árbol, mirando las ruinas convertidas en cenizas.


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ayer me despreciaste por coja, hoy me deseas por reina