Las palabras de su madre fueron como un golpe traicionero a esa joven de 22 años.
Se había casado con el poderoso CEO Gerald Phillips, atada a un matrimonio desde los 19, y durante el último año y medio había luchado por concebir.
Siempre lo mismo de parte de los médicos: "sigue este tratamiento" o "cambiaremos a este otro tratamiento".
Le había costado más de un año de sufrimiento quedarse embarazada y aunque solo tenía un mes y medio… ¡Anhelaba ser madre con toda su alma!
—¿Cómo puedes decirme eso, madre? —susurró Emily, dejando escapar su voz quebradiza. Luego, el coraje brotó como un volcán en erupción— ¡YO QUERÍA SER MAMÁ! ¡ABRIL ME EMPUJÓ! ¡Ella me odia! ¡No exagero! ¡No es mentira! ¡No le voy a agradecer nada!
—Ahora estás nuevamente soltera y sin hijos. Podremos buscarte un candidato a marido. Eres joven, podrás embarazarte de nuevo —respondió doña Ava con frialdad—. Ya no importa quién tuvo la culpa. Gracias a tu tío y su familia, no vamos a vivir en la calle por las malas decisiones de tu difunto padre.
—¿Eso es lo que soy para ti…? ¿Un objeto a vender, madre? —preguntó Emily con indignación, mientras intentaba limpiar sus lágrimas con sus manos.
¡PLAF!
La señora madura abofeteó a su hija, buscando que recapacitara.
—¿Quién querrá a una tonta que se lanza de un balcón queriéndose matar? ¡Eso dicen todos los medios! —frunció el ceño doña Ava— ¡Reacciona, Emily! ¡Nuestras vidas están arruinadas! Solo nos queda empezar de cero y ver cómo salimos adelante.
Emily se quedó impactada, mirando a su madre.
Para esa mujer que le dio la vida, todo lo que importaba en el mundo era la riqueza, el estatus y despilfarrar dinero en compras y viajes con sus amistades.
Sabía que una de las razones de la mala economía de su familia, era su madre.
Sin embargo… A pesar de todo… Ella seguía siendo su mamá. La mujer que le dio la vida.
—¿Por qué dices que ya no viviremos en la calle…? —preguntó Emily, intentando controlar sus lágrimas.
—Tu tío nos dejó usar la mansión, pero debemos cubrir los gastos. Así que tendrás que conseguir algunos empleos y ver cómo salimos de esta.
—Entiendo… —susurró Emily, cabizbaja, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
No podía simplemente negarse y ser enviada junto a su madre a las calles por su tío.
—Hablaré con tu tío Erik para que me ayude a buscarte un nuevo marido —dijo con emoción esa señora—. Algún rico, aunque sea un viejo divorciado, servirá. No puede pasar un año entero antes de que te cases, Emily, ¿lo has entendido?, tenemos que recuperar el estilo de vida al que estamos acostumbradas.
…………
✧✧✧ Seis meses más tarde. ✧✧✧
—Terminó la clase de hoy, señoras~ muchas gracias por su atención y esfuerzo constante~ nos vemos la próxima semana —se despidió Emily Sinclair, de las mujeres a las que impartía su clase de natación en el exclusivo "Blue Wave Club".
Apenas las mujeres se marcharon a los baños y vestidores, ella se sentó en una de las sillas cerca de la enorme piscina interna.
A través de las paredes de cristal, podía observar el vasto jardín del club y el cielo azul del inicio de la primavera en Los Ángeles.
Emily, sacando su teléfono móvil, publicó en sus redes un nuevo aviso promocionando sus lecciones privadas en el club.
Sin embargo, antes de salir de la aplicación, algo llamó poderosamente su atención…
«¡Y lo gritamos a los cielos! ¡Seremos padres de una princesa!, feliz de ser tu esposa, Gerald mi amor, ya un mes de matrimonio.»
En la fotografía anexa a tal publicación de Abril, se le veía a ella sosteniendo la foto del ultrasonido, sentada en el regazo de Gerald, que sonriente besaba su mejilla con cariño.
Solo hace un mes atrás salió válido el divorcio de Emily y Gerald Phillips.
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