Zamira temía que estuvieran allí para armar un escándalo.
Inesperadamente, Nueve se explicó con entusiasmo.
—Encantado de conocerlos, Srta. Zamira y Sr. Aarón. Pueden llamarme Nueve. Siento mucho haber causado este desastre en los últimos dos días. Es por ello que he estado toda la noche trabajando para reparar las construcciones que destruimos. Incluso, siéntanse libres de utilizar a mis subordinados hasta que se termine este proyecto. Tengo alrededor de doscientos hombres conmigo y, por favor, déjennos la red de alcantarillado a nosotros. Además, ¡no aceptaremos ningún pago por realizar este trabajo!
«¿Doscientos miembros de una pandilla trabajando de voluntarios en nuestra obra de construcción?». Nadie podía comprender la situación, pero Zamira no tuvo otra alternativa que aceptar el acuerdo.
Esa noche, al llegar a casa, le preguntó a Leandro al respecto.
—Estuve antes en la misma prisión que Nueve. Éramos cercanos, así que me hizo un favor —explicó Leandro.
Zamira había investigado los antecedentes de Nueve esa mañana y pudo comprobar lo que decía de Leandro.
—No deberías mezclarte con ese grupo a partir de ahora. Las conexiones que tienes con esos presos no son deseables. ¿También pediste prestados los cinco millones a esa gente? —Zamira dedujo rápidamente el origen del dinero.
—Así es —asintió Leandro.
—Está bien. Devolvamos ese dinero una vez reciba el pago —dijo Zamira con determinación.
En la casa de la Familia Gutiérrez.
José Gutiérrez convocó a todos los miembros de la familia para una reunión.
Bruno informó a todos agitado:
—He investigado a fondo los antecedentes de Leandro. El hombre que lo apoya es Nueve. Estuvo preso con anterioridad por asesinato y fue ubicado en la misma prisión que Leandro. Nueve salió de la cárcel hace un año y, casualmente, ¡hasta Tomás tiene que obedecer cada orden suya! ¿Sabían que los subordinados de Nueve están ayudando a Zamira en la obra nueva?
José dijo con una sonrisa:
—Ahora sabemos quién está apoyando a Leandro. ¡Así que es Nueve!
Todos rieron a carcajadas. Pensaban que Nueve era la persona que apoyaba a Leandro. Así que quisieron invitar al hombre más temible del mundo clandestino, Jorge Socarrás, para intimidarlo. Sin embargo, poco sabían de la identidad de Leandro...
Al día siguiente, los representantes de la Familia López, Sergio y Samuel, fueron a reunirse con Zamira.
Esta no conocía los motivos de su visita.
—¿Qué sucede? ¿Necesitan algo?
—¿Estás consciente de tus errores? Leandro golpeó a los subordinados de Nueve y lo hizo enfurecer. ¿Qué les pasa a ustedes dos? —se burló Samuel—. Deberían ir corriendo a pedirle disculpas. De lo contrario, este asunto no tendrá fin.
Zamira curvó los labios en una sonrisa burlona.
—Ya veo. Supongo que fueron ustedes quienes los contrataron en primer lugar.

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