Cómo Deshacerse de una Familia en 10 Lecciones romance Capítulo 48

Ofelia, al ver la situación, echó un vistazo afuera y notó que ya empezaba a oscurecer.

El sol se deslizaba hacia el horizonte, y el cielo se encendía en tonos rojizos que pintaban el suelo con fuego. Todo el bosque se sentía tan silencioso que resultaba inquietante, como si anunciaran la llegada de una tormenta.

Ofelia sintió un cosquilleo de ansiedad y le dijo a Silvia:

—Tenemos que apurarnos y juntar más leña. Si de verdad se levanta viento, en la noche vamos a necesitar hacer una fogata.

—Sí, va —respondió Silvia sin objeciones.

Mariana y Lucas caminaron hacia la playa. La verdad, cuando entraron al bosque no lo hicieron tan profundo, así que en poco tiempo llegaron de nuevo al mar. Mariana se quedó ahí, pensativa, mirando el oleaje.

—¿Quieres pescar? En esta playa es bien difícil atrapar algo —comentó Lucas, dudoso.

Miró alrededor, pero de pronto notó que Mariana se alejó un poco, recogió unas hojas y las frotó entre sus manos. Después, las lanzó al borde del mar.

Lucas abrió los ojos, sin entender, pero no se atrevió a preguntar.

Pasaron apenas unos segundos y, de la nada, vio que un grupo de peces se acercaba nadando con desesperación, como si hubieran olido un manjar irresistible. Lucas contuvo la respiración, creyendo que alucinaba.

Incluso el camarógrafo se quedó pasmado. Corrió con la cámara al hombro y acercó el lente lo más que pudo.

Mariana se quitó los zapatos y entró al agua. De un movimiento ágil, metió las manos entre el cardumen y atrapó dos peces grandes, lanzándolos a la orilla. Lucas, sorprendido, también se lanzó tras los peces.

Los peces, asustados, intentaron huir. Lucas reaccionó rápido, corrió tras uno y lo pisó para atraparlo, pero al agacharse, el pez aprovechó y se le escapó de entre las manos.

—¡No te vayas! —exclamó Lucas, frustrado, y corrió detrás del pez.

Mariana, mientras tanto, agarró una rama cercana y la usó para atrapar tres peces de un solo golpe, con tanta fuerza que estuvo a punto de romper la rama. Se apresuró a regresar con su botín.

—¡Ya tengo uno! ¡También atrapé uno! —gritó Lucas, emocionado, con una sonrisa que le iluminaba la cara.

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