Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 148

Angélica cerró los ojos, reuniendo coraje.

No pisó bien el escalón y rodó escaleras abajo desde el segundo piso.

—¡Qué horror! ¡La señorita Angélica se ha caído por las escaleras! —gritó la sirvienta, alarmada.

Wálter, al salir de su habitación y escuchar los gritos de la sirvienta, fue el primero en acudir corriendo.

—¡Angélica!

Mientras rodaba, su cabeza golpeó la barandilla, dejándola aturdida y viendo figuras borrosas que se tambaleaban.

Apenas Wálter la levantó, un dolor agudo le atravesó la pantorrilla y la muñeca.

De inmediato, un sudor frío cubrió su frente y su rostro se volvió pálido.

—¿Qué ha pasado? ¿Cómo te caíste por las escaleras? —preguntó Eleazar con urgencia—. La boda es en tres días, ¿cómo no tienes más cuidado? ¿Qué vamos a hacer ahora?

Al oír el alboroto, Inés también corrió hacia allí y, al ver a Angélica apoyada en Wálter, dijo con sarcasmo: —Vaya, qué buen momento elegiste. Si no se sabe la historia, cualquiera pensaría que lo hiciste a propósito.

Angélica estaba tan dolorida que no pudo hablar, pero Wálter habló por ella: —¿Cómo va a ser intencional, mamá? ¡Rápido, llama a una ambulancia!

...

En un hospital privado.

Brisa acababa de terminar su examen prenatal y se acercó a Daniel.

Sonreía dulcemente. —El médico dice que el bebé se está desarrollando muy bien. En dos meses podremos saber el sexo. Tío Daniel, ¿prefieres niño o niña?

Daniel miró su vientre. —Cuida bien de ti y del bebé. No dejes que le pase nada.

No dijo si prefería niño o niña, pero, como heredero del Grupo Herrera, naturalmente deseaba un niño.

—No te preocupes. Te aseguro que te daré un niño sano y salvo —Brisa ya había investigado en secreto. Sabía que algunos medicamentos podían influir en el sexo del bebé y que cuanto más temprano se interviniera, más exitoso sería el resultado.

Daniel sonrió de medio lado y pasó la mano por su mejilla.

Viendo su atractivo rostro, Brisa casi se embriagó.

Hacía mucho que no le sonreía así.

—Tío Daniel —Brisa no pudo resistirse—. Tu plan está a punto de cumplirse. ¿Nuestra relación podrá ser pública pronto?

Él había dicho que casarse con Angélica era por su futuro juntos. Ahora que la boda estaba a solo tres días y su plan se iba a realizar, lo que ella tanto esperaba también estaba por llegar.

Además, estaba embarazada de nuevo. Daniel no podría negarles a ella y al bebé un estatus legal.

La mano en su mejilla se detuvo y la sonrisa de Daniel se desvaneció poco a poco. —¿Me estás apurando?

Estaba magullada por todas partes.

Había sufrido una fractura en la pierna y otra leve en la muñeca izquierda. Necesitaría al menos un mes de recuperación.

Eleazar, con el rostro sombrío, e Inés, exagerando a su lado, dijeron: —Ya enviamos las invitaciones. Realmente sabes cómo avergonzarnos.

—Angélica, has sido muy descuidada. ¿Qué dirán los demás si saben que te caíste por las escaleras de tu propia casa? Ahora no podemos celebrar la boda. ¿Cómo va a explicar papá esto a la familia Herrera?

Celia, aunque parecía afligida, en realidad se regocijaba por dentro.

Cada vez que Angélica hacía el ridículo, ella se alegraba. Y ahora que había ofendido a la familia Herrera, estaba ansiosa por ver cómo se desarrollarían las cosas.

—¡Tú! ¡Me haces sentir avergonzado! —Eleazar, incitado por Inés y las demás, reprendió a Angélica desde el lecho hospitalario.

—Si te sientes avergonzado, puedes desvincularte de mí —respondió Angélica con calma.

De todas formas, ya no tenía expectativas de su padre ni de esa familia.

—¿Desvincularse? ¿Quieres librarte de la familia Solano? —Eleazar resopló—. Está bien, entonces cancelaré todo tratamiento médico para tu madre y tú te irás con ella fuera de la familia Solano.

Justo cuando Eleazar terminaba de gritar, la puerta del hospital se abrió.

Daniel entró.