Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 166

Las familias Herrera y Solano estaban a punto de unirse en matrimonio.

Pero aunque habían habido problemas con la boda, pronto esta se celebraria de nuevo.

En este momento, Martín volvió a ser noticia con Celia de la familia Solano.

Don Octavio le preguntó si le gustaba Celia.

Él no respondió directamente, pero ¿quién no lo interpretaría como una admisión?

—Pero tu madre te eligió a la hija de la familia Castro, ¡tú también lo sabes!— don Octavio estaba tan molesto que no sabía qué decir.

—Lo sé muy bien—, respondió Martín, sin decir una palabra más.

—¿Cómo dejas que tus padres, y nuestras familias Herrera y Solano, manejen esto? Ay, siempre eres tan serio, ¿cómo puedes ser tan caprichoso?

Don Octavio sabía que para Eloísa, el estatus familiar era aún más importante que para Uriel.

Los hijos de los funcionarios solo podían casarse con hijos de funcionarios; si no eran de este círculo, ella no los consideraba.

Ahora que Martín había causado este problema, ¿cómo lo explicarían a la familia Solano?

Angélica de repente se levantó, —Abuelo, me siento un poco mal, mejor me voy a mi habitación.

Don Octavio, pensando que ella también estaba angustiada por esta situación, le dijo consoladoramente: —Descansa bien mijita, no lo pienses demasiado, yo me encargare de resolver todo este meollo.

Angélica asintió y, con la ayuda de un sirviente, regresó a su habitación.

Ella no miró a Martín ni una vez más.

Justo cuando llegó al segundo piso, Daniel regresó al comedor, y ella lo oyó decir: —El sitio web dice que hay un problema con la plataforma, no pueden retirarlo por ahora, pero ya ordené que lo arreglen y lo retiren lo antes posible.

Angélica no quiso escuchar más y entró directamente a su habitación.

De reojo, vio algo bajo la mesa; se inclinó para verlo, era un puño de camisa.

Ese era de la chaqueta que Martín llevó ayer.

Angélica lo observó fijamente por un largo tiempo, decidiendo ignorarlo.

Esos días, incluida la noche anterior, ella estaba segura de que Martín la quería.

Pero ese dia la realidad la golpeó duramente.

Y fue Celia quien la golpeó.

Angélica se rió de sí misma, pensando que ocupaba un lugar importante en su corazón, pero todo era solo deseo.

Esa noche en el patio trasero, al ver el trato frío de Martín hacia Celia, pensó que era desprecio.

Resultó que ambos la estaban engañando.

El botón de ámbar emitió un brillo tenue, Angélica se agachó para recogerlo.

Fue al balcón para tirarlo, pero al final lo guardó en la palma de su mano.

En la habitación contigua, Martín observaba cada uno de sus movimientos, con una mirada oscura y profunda en sus ojos.