Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 184

Koldo tenía apenas una sonrisa en los labios.

Solo oscureció un poco la mirada cuando vio la mano de Juana descansando en el hombro de otro hombre.

—Hace mucho que no nos vemos, no esperaba encontrarte aquí.

Él era cortés, como un caballero.

Juana frunció el ceño, visiblemente molesta: —¡No esperaba encontrarte aquí, qué mala suerte!

Rosa le susurró a Angélica: —Aún así, los abogados tienen una gran elocuencia.

Angélica le lanzó una mirada: —Tú tampoco estás mal.

Había presenciado la elocuencia de Rosa cuando discutieron con Brisa.

Al desviar la mirada, accidentalmente se cruzó con la de Martín. Se mordió el labio, fingiendo no haberlo visto.

—Hacía tiempo que no nos veíamos y aún estás molesta conmigo, puedo explicarlo. — Dijo Koldo en pasado.

De repente, Juana se levantó, —No tengo nada que hablar contigo, lo vi todo con mis propios ojos, y confío en ellos.

Con esas palabras, se dio la vuelta y se fue.

Koldo intentó seguirla, pero Wálter lo detuvo con la mano.

—No quiere verte, si la persigues solo la harás enojar más, y no podrás explicar nada.

Koldo miró al hombre que le bloqueaba el camino y arqueó una ceja: —¿Eres su nuevo novio?

El uso de "nuevo" fue muy sutil, ya que Koldo había estado siguiendo a Juana en secreto durante años.

Sabía que ella cambiaba de novio frecuentemente, a veces uno cada mes.

Sabía que la había herido, y que por eso ella se permitía esos excesos en sus relaciones sentimentales.

Naturalmente asumió que Wálter era el último novio de Juana.

Wálter perdió la compostura, sintiéndose algo ridiculizado.

Después de todo, no tenía ninguna relación con Juana.

—No soy solo...— murmuró con voz baja.

En ese momento, Angélica intervino: —Presidente Koldo, él es mi hermano Wálter, recientemente empezó a practicar en el bufete de Juana, aunque no es su novio, hablar por ella como amigo es demasiado, ¿no? Además, el futuro es incierto.

Samuel, impresionado por su aplomo, se acercó a Martín y chasqueó la lengua:

—Mira esa elocuencia, no es de extrañar que las tres sean amigas, una más elocuente que la otra. ¿Crees que podrías ganar una discusión con ellas?

Martín lo miró con desdén, —Te mereces que te hayan dejado.

Wálter también se marchó.

Samuel miró a los tres restantes, —¿Qué tal si bebemos un poco más?

Angélica se levantó, tomando su abrigo: —Ya es tarde, yo también me voy, ustedes sigan.

Rosa, al oír que se iba, también se levantó: —Espera, iré contigo.

Al ver esto, Samuel cambió de mirada y directamente atrajo a Rosa hacia él: —Hay algo más que necesito discutir contigo.

—¡No hay nada que discutir!

Rosa se resistía, pero no podía librarse de él, y Samuel la arrastraba hacia otra dirección.

Parece que no podrían irse pronto.

Martín se acercó, —Yo también me voy, vamos juntos.

—He traído mi auto, mejor vamos cada quien por su lado. — La voz de Angélica era fría, con un fuerte sentido de distancia.

Ella empezó a caminar hacia fuera, los pasos detrás de ella la seguían.

—No tengo auto, me llevo en el tuyo.