Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 212

El silencio reinaba en la habitación, y ella estaba tan cerca que pudo escuchar claramente lo que decía Teodoro.

—Mmm, entendido.

Martín respondió y colgó.

Angélica, con voz baja, preguntó: —¿Señorita Diana?

Recordaba que don Octavio había mencionado alguna vez a la familia Castro. La señora Eloísa había elegido a una pareja para él, aunque en ese momento él estaba en el extranjero y no se habían conocido.

Martín le respondió: —Sí.

Angélica bajó la mirada, sus largas y densas pestañas temblaron: —Entonces, deberías subir.

—Está bien, continúa descansando.

Martín le dio una caricia a su cabello y salió de la habitación.

Cuando la puerta se cerró, Angélica levantó la cabeza, su rostro reflejaba una profunda melancolía.

Había olvidado que entre ellos aún estaba Diana, la mujer que la Señora Eloísa quería para él.

Podría ignorar las palabras de la señora Eloísa y estar con Martín.

Pero ¿qué pasaría con Diana?

Solo le quedaba confiar en Martin.

Él había arriesgado su vida por ella, estaba segura de que no la defraudaría y manejaría bien su situación con Diana.

Con este pensamiento, el ánimo de Angélica mejoró considerablemente.

—

Al día siguiente.

Angélica se arregló y peinó meticulosamente, sentándose en la cama a esperar.

—Señorita Angélica, te ves muy linda hoy. —comentó la enfermera mientras le administraba el último frasco de medicina: —Mañana ya podrás ser dada de alta.

Angélica reflexionó un momento y preguntó: —¿Tienes un labial que pueda usar?

—Sí. —La enfermera sacó uno de su bolsillo y, con una sonrisa pícara, preguntó: —¿Acaso hoy viene tu novio a visitarte?

Angélica aceptó el labial, agradeció y no respondió, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.

Tras aplicarse el labial, se miró en el espejo y notó que se veía aún mejor.

—Supongo que él vendrá hoy. —murmuró Angélica frente al espejo.

La mañana transcurrió, almorzó, Rosa vino a visitarla y, luego de irse, llegó la tarde.

Martín aún no aparecía.

Angélica se consolaba pensando que él recién había despertado, se había lesionado la cabeza y necesitaba descansar adecuadamente y seguir el tratamiento médico.

Además, con todos esos guardaespaldas y probablemente la señora Eloísa cerca, él no podría irse.

¿Y Diana?

La mera presencia de la señora Eloísa le hacía pensar si Diana también estaría allí.

Rosa, que había escuchado a Samuel decir que Martín ya había despertado, se sorprendió.

Luego le preguntó: —¿Vino a verte?

—Vino anteayer. —respondió Angélica, omitiendo el altercado con la señora Sheila.

—Entonces, ¿por qué no te dijo que sería dado de alta hoy? —Rosa estaba perpleja: —Después de todo lo que han pasado, pensé que ustedes ya estarían juntos.

No le había mencionado siquiera que sería dado de alta.

—De hecho, ese día le confesé mis sentimientos... —Angélica lo dijo serenamente.

Rosa abrió los ojos, sorprendida: —¿Entonces están juntos?

Angélica pensó en aquel día y vaciló: —No lo sé.

Ella pudo ver que aquel día Martín estaba feliz, pero él no había dicho nada de estar juntos.

Ayer lo esperó todo el día; él no vino, ni respondió a sus mensajes.

Incluso hoy se enteró por Rosa de que había sido dado de alta.

No sabía cuál era su relación actual con Martín.

Un sentimiento de angustia se apoderó de su corazón.

Al salir del hospital, Angélica y Rosa se estaban subiendo al auto cuando recibieron una llamada de la estación de policía de Ciudad Oceánica, donde le pedían que fuera a hacer una declaración.

Al llegar a la estación, justo al bajar del auto, vio a Martín saliendo del edificio, acompañado de una mujer hermosa.