Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 213

Angélica no esperaba encontrarse con Martín en ese lugar.

Él acababa de terminar su declaración, iba siendo escoltado hasta la puerta por un hombre de mediana edad con uniforme de policía.

Cuando ella lo miró, Martín también la vio.

En el momento en que sus miradas se cruzaron, él rápidamente desvió la suya y dijo cortésmente al hombre a su lado: —Director Jorge, no es necesario que me acompañe.

—Lamento que haya tenido que venir personalmente, señor Martín; otro día lo invitaré a usted y al vicealcalde Uriel a cenar.

—¿Es una broma? Director Jorge colaborar con ustedes es mi obligación, no hay necesidad de ninguna cena. Acabo de ser dado de alta y mi padre también está en reposo, agradezco su generosidad.

El director Jorge no insistió más y, después de despedirse de Martín con un abrazo, se retiró.

Angélica y Rosa se acercaron a la entrada de la estación

Angélica observaba en silencio; al ver la mano que se aferraba al brazo de Martín, sintió como si su corazón fuera arrancado bruscamente de su pecho.

—Martín, ¿ustedes se conocen?

Preguntó la mujer a su lado, observando con curiosidad entre los dos.

Sin necesidad de adivinar, Angélica sabía que esta mujer era Diana.

Era hermosa, con rasgos finos y delicados, y un suave cabello castaño en rizos sueltos.

Llevaba un abrigo marrón ligeramente abierto que dejaba ver una blusa de encaje negro y una falda de cuero burdeos hasta la mitad del muslo, mostrando sus piernas esbeltas.

Calzaba unos tacones negros con un tacón fino y elegante.

Era, sin duda, deslumbrante y audaz.

Martín tardó en responder, su mirada profunda aún fija en Angélica.

Ella, irónicamente, pensó que era mejor no hacerlo sentir incómodo.

—Martin, tú también viniste a hacer una declaración.

Angélica forzó una sonrisa, intentando mostrar que su relación era meramente casual.

Después de un largo momento, Martín respondió con voz baja: —Sí, justo terminé.

Siguió la conversación formalmente.

Su tono era distante, un cambio drástico del Martín que la había besado en la habitación de hospital aquel día.

Así que realmente entre ellos no había nada; aquel día había sido solo un error.

Angélica sentía como si miles de agujas finas perforaran su corazón, el dolor hacía que incluso respirar se volviera difícil.

—¿Se conocen? —Diana parecía sorprendida: —¿Eres pariente de Martín?

Angélica, con un nudo en la garganta, no pudo responder.

—No, ella era la prometida de Daniel. —Martín intervino por ella.