Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 22

¿Angélica está haciendo un escándalo?

¿Acaso por decir unas cuantas verdades se le acusa de ser irracional?

—Tío Daniel, realmente no lo quiero, por favor no discutas con Angélica por mí,— Brisa estaba a punto de llorar, y se dio la vuelta para irse.

Daniel la detuvo de repente: —Si prometí comprarte un regalo, por supuesto que será algo que te guste.

Al terminar de hablar, volvió su mirada hacia Angélica, su voz se endureció:

—Siempre has sido generosa, no pelees con Brisa, deja que ella se quede con el collar, tú elige otro y yo lo pagaré.

Ah, esa es la decisión de Daniel.

Todo lo que Brisa quiera, se le da.

El collar, el empleo.

Como aquella vez que ambas cayeron a la piscina, Daniel también eligió salvar primero a Brisa.

Angélica sentía una presión en su pecho que no podía aliviar y que era muy incómoda.

—Ser generosa no significa que esté dispuesta a aceptar pérdidas,— levantó la cabeza con el rostro inexpresivo: —Este collar, no se lo voy a ceder.

Al ver que Angélica no daba su brazo a torcer, el rostro de Daniel se oscureció.

—Está bien, ¡no te arrepientas!

Angélica soltó una risita desdeñosa y no dijo más.

Daniel se marchó con Brisa, mostrando rabia.

—Angélica, ¿qué quiso decir Daniel con esa última frase? No será que no permitirá que el Profesor Nicolás consiga el medicamento especial para la señora Vanessa,— Rosa estaba algo preocupada.

La expresión de Angélica también se volvió seria.

Daniel era completamente capaz de hacer algo así, ya no era la persona que ella conocía antes, aquel que siempre la ayudaba.

Un empleado entregó el collar empacado a Angélica y ambos salieron.

—Si realmente lo hace, no hay nada que pueda hacer, aunque ese medicamento eventualmente saldrá al mercado, si es necesario esperaremos más tiempo y luego buscaremos otra forma de comprarlo.

Mientras hablaba, Angélica lanzó el collar que tenía en la mano al bote de basura cercano.

Rosa exclamó sorprendida: —¡Por qué lo tiraste!

Ese collar valía más de seis cifras en dólares, y así fue descuidadamente arrojado a la basura.

Pensando que era una forma de desahogar su enojo, Rosa extendió la mano para recogerlo.

Angélica inmediatamente agarró su mano, —Si Daniel ni siquiera recuerda el collar que él mismo regaló, ¿para qué quiero guardarlo?

Ese Día de San Valentín, hace dos años, Daniel eligió personalmente ese collar, diciendo que era el que mejor le quedaba.

—¡Si quieres ir, ve, pero no me lo digas!

Brisa se quedó atónita, pues normalmente cuando ella hablaba así, Daniel la calmaba con dulzura, nunca permitiendo que saliera con ningún tipo.

¡Ahora, él estaba dejándola salir en una cita con alguien más!

—¿En serio estás de acuerdo?— Las lágrimas de Brisa temblaban en sus ojos, incrédula.

La ira de Daniel se encendió completamente: —Sí, estoy de acuerdo, no me importa con quién salgas, ¡si eso te hace feliz!

Las lágrimas caían incesantemente, y Brisa, con una expresión herida, miró a Daniel por un momento.

Ella giró y abrió la puerta del auto, diciendo: —Sabía que ya estabas harto de mí.

Luego corrió llorando.

Daniel, frustrado pero incapaz de contenerse, también bajó del auto y comenzó a seguirla.

Ding.

De repente, sonó el teléfono.

Daniel lo miró al instante.

Al ver el mensaje en el teléfono, se detuvo de golpe, dejando que Brisa se alejara corriendo.