Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 223

Teodoro abrió la puerta del reservado y se apartó.

Solo entonces Angélica pudo ver claramente que dentro no había ningún líder institucional, solo estaba Martín.

Vestido con camisa y pantalones negros, su rostro parecía esculpido por artistas renacentistas, con rasgos fríos y duros y ojos profundos como la noche oscura, irradiando una distinción fría y sobria.

Martín estaba sentado en un sofá de estilo europeo, con las piernas cruzadas, solo levantó la vista para mirarla un momento y luego volvió a fijarse en la pantalla de su celular.

—Señorita Angélica, por favor. —dijo Teodoro.

Una vez que ella entró, él cerró la puerta con discreción.

El silencio en el reservado era tan recóndito que se podía palpar la tensión. Angélica no se sentó, solo se paró frente a él, en silencio.

—¿Qué, la cita fue un fracaso?

Martín finalmente levantó la vista, mirándola con una sonrisa burlona.

Los mechones de cabello junto a sus mejillas estaban algo pegajosos, y el abrigo beige que llevaba tenía manchas de vino tinto en el pecho.

En ese momento, ella se veía algo desaliñada.

Angélica se sorprendió de que Martín supiera a qué había venido ese día.

Pero luego, pensándolo bien, no era de extrañar, dada su capacidad, con solo investigar un poco lo sabría.

—Señor Martín, si no necesita nada, me voy. —dijo Angélica, dándose la vuelta.

—¿Te di permiso para irte?

Martín dijo con voz grave, levantándose y acercándose a ella.

Su mirada penetrante se posó en sus cabellos y su pecho, haciendo que Angélica se sintiera incómoda y apartara la mirada.

—Si no hubiera sido por esas tres mujeres, ¿habrías accedido a ese viejo?

Martín agarró su barbilla, forzándola a mirarlo.

Sus ojos oscuros destilaban una ira velada.

Angélica, con apatía, sostuvo su mirada. —Eso es asunto mío, no tiene nada que ver con el señor Martín.

—Entonces, ¿preferirías estar con un hombre que podría ser tu padre y no conmigo? —la ira en los ojos de Martín creció.

—No estaré con nadie, no ser la otra es mi límite. —Angélica lo miró desafiante.

Martín la observó en silencio por un momento y finalmente la soltó.

—Ya pagué el tratamiento de tu madre.

Angélica mostró sorpresa en sus ojos; ella no había autorizado a firmar ese acuerdo.

Martín no ofreció explicaciones, solo agregó: —No te obligaré, pero no te permito tener citas con ningún hombre ni que te gusten otros hombres.