Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 224

Angélica no esperaba que Martín recurriera a esa táctica.

Aunque la cita había sido forzada por Eleazar, ya había pensado en cómo escapar.

Nunca imaginó que la situación se volvería tan incómoda ni que terminaría humillada con vino tinto en público.

Todo por culpa del hombre frente a ella.

Angélica se quitó inmediatamente el abrigo blanco y dijo: —Agradezco su "educación", señor Martín, aunque nos hayan fotografiado los periodistas. Si usted lo ofrece, yo lo acepto.

Acto seguido, tomó su abrigo beige y se marchó sin mirar atrás.

Justo cuando abría la puerta, alguien la cerró con fuerza.

—Si no causamos un escándalo, tu padre nunca se rendirá y seguirá presionándote para que estés con Marco. Hay un problema en las minas de Grupo Altamira en Vientomar que todavía se mantiene en secreto. Si esto se revela esta noche, el accidente en las minas de Grupo Altamira será de conocimiento público.

En ese momento, Marco sería llevado a investigación y el plan de Eleazar para unir a la familia Gutiérrez por matrimonio fracasaría.

Angélica recordó que, en el privado, Marco quería ver a Martín, probablemente por este asunto, buscando su ayuda para quedar bien ante Uriel y solucionar el desastre.

Así que Martín había descubierto muchas cosas sobre Marco.

La ira de Angélica comenzó a disiparse.

Bajó la mirada sin hablar, pero era evidente que su actitud se suavizaba.

Martín le volvió a poner el abrigo blanco: —¿Desde cuándo te has vuelto tan inquieta que ni siquiera escuchas hasta el final?

Angélica permitió que él levantara sus brazos para vestirla, primero uno y luego el otro.

De repente, una lágrima apasionada cayó sobre el dorso de su mano.

Martín miró su mano y luego Ángela se inclinó para observarla.

Angélica tenía los ojos rojos, y hasta la punta de su nariz se había enrojecido.

La mirada de él la hizo llorar aún más descontroladamente.

La opresión en su corazón se desbordaba como una inundación.

Finalmente, sollozó.

—Ya, no llores más. —Martín la abrazó y la consoló con una voz suave y magnética: —Tienes un buen temperamento, el error es mío.

Pero eso solo hizo que Angélica sintiera que él se burlaba de ella, y lloró aún más.

Martín la acarició suavemente, y su cuerpo temblaba más fuerte en sus brazos.

—¿Qué tal si te beso? —susurró en su oído.

Angélica, llorando, levantó la cabeza, mordiéndose el labio para no hacer ningún ruido.

Martín la miró con misericordia y se inclinó para besarla.

—Mmm... mmm...