Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 235

Angélica fue sincera.

El rostro de Martín se oscureció visiblemente.

El ambiente a su alrededor cayó a temperaturas glaciales.

Ella sabía que se había enfadado.

—¿Es eso lo que quieres? ¿Realmente deseas dejarme?

En la silenciosa habitación, su voz fría resonó: —¿Es por eso que piensas irte a estudiar al extranjero? ¿Para alejarte de mí?

Aunque ya había ganado premios en diseño arquitectónico en la universidad, Angélica sabía que, para progresar rápidamente, todo lo que había logrado hasta ese momento no era suficiente.

La Empresa de Construcción Innovadora tenía una alianza con la reconocida firma de diseño arquitectónico Nación de Esperanza, que ofrecía puestos de aprendizaje para los empleados. Solo era necesario solicitarlo, y si la empresa lo aprobaba, podría participar.

Para poder pagar rápidamente el tratamiento de Vanessa, necesitaba mejorar lo antes posible y ganar más dinero.

Por eso, Angélica había presentado una solicitud en la empresa.

El deseo de alejarse de Martín no había sido parte de sus planes hasta ahora:

—Soy una persona independiente, puedo trabajar en donde sea. Además, ¿no soy ajena para ti?

Angélica se rio con sarcasmo.

Martín dio un giro brusco y la aplastó bajo su cuerpo: —No vas a ir a ningún lado.

Su voz, fría y profunda, emanaba una fuerza dominante que no admitía resistencia.

—No me vas a retener. —Angélica respondió con un tono desafiante, como si no le importara su fuerza.

—No olvides la deuda que tienes conmigo.

—Es precisamente por esa deuda que quiero irme al extranjero.

—Si te vas al extranjero, no volverás a ver a tu madre.

Martín estaba furioso, y Angélica finalmente mostró una reacción emocional. Frunció el ceño, claramente enojada: —¿No puedes dejarme en paz? ¿ya tienes una vida, o no?

Toda su rabia se transformó en una sensación de injusticia, y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Sus manos seguían golpeando su pecho con desesperación.

En un instante, el cuerpo de Martín quedó cubierto de rasguños.

Sus manos fueron sujetadas con fuerza, inmovilizándolas a los lados de su cuerpo.

Martín la miró fijamente, enfrentándose a su mirada llena de resentimiento: —No puedo, en esta vida ni en la próxima, nunca voy a resignarme a tenerte.

Dicho esto, mordió su clavícula, deslizándose lentamente hacia abajo.

Angélica soltó un gemido ahogado, temblando, su voz quebrada: —Tú... Eres un maldito...

—¿No soy acaso una más? —La voz deseosa de Martín resonó desde la cama.

Cuando su parte más sensible fue tocada, Angélica no pudo evitar arquear su espalda y levantar la cabeza.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, empapando la almohada.

Cuando volvió en sí, ya no había nadie a su lado.

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