Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 253

Esa noche, después de cenar en el restaurante de Koldo, lo que ocurrió a continuación irrumpió la mente de Juana en un instante.

Koldo quería llevarla a casa, pero ella lo rechazó de manera tajante.

Incluso, para cortar de raíz sus pensamientos, se fue directamente con Wálter.

Al llegar al apartamento, justo cuando estaba por bajarse del auto, la puerta se cerró repentinamente con seguro.

Juana lo miró, confundida.

—Juana, yo...

Los ojos oscuros como la tinta de Wálter se acercaban cada vez más, y su respiración se esparció sobre su rostro.

Juana, al darse cuenta de lo que él tenía en mente, miró al joven, tres años más joven que ella, y sintió una ligera incomodidad. Sus dedos se tensaron al sujetar con fuerza el cinturón de seguridad frente a ella.

Wálter, como si estuviera frente a su bien más preciado, fijó su mirada en los labios suaves y ligeramente entreabiertos de Juana.

No sabía de dónde había sacado el valor, pero rápidamente la besó en los labios.

En el interior del auto no había luz, solo la tenue luz amarillenta de las farolas que se infiltraba por la ventana, iluminando débilmente el interior del auto y también el rostro de Wálter.

Juana vio cómo su cara se sonrojaba.

Por un momento, su corazón pareció apretarse, quizás por el alcohol, o tal vez por una emoción que no podía describir.

Juana se inclinó hacia él, tomó su rostro con las manos y, sin vacilar, lo besó en los labios.

Pensó que podía dominar la situación, pero al final fue él quien invirtió los papeles.

El ambiente en el auto se volvió romántico, mezclado con los sonidos de sus besos y respiraciones agitadas.

De repente, Juana aclaró su mente y empujó a Wálter con fuerza.

¡¿Qué estaba haciendo?!

¡Este era el hermano de su mejor amiga!

—¿Qué pasa? —preguntó Wálter, desconcertado, al ser empujado.

Juana, apresurándose a ajustar su ropa y sin levantar la vista, balbuceó: —Yo... Yo bebí demasiado, no lo tomes en serio.

Dicho esto, abrió la puerta rápidamente, salió del auto y corrió hacia el apartamento como si estuviera huyendo.

Desde esa noche, evitó a Wálter.

—Sé que esa noche no estabas borracha.

La voz de Wálter la sacó de sus pensamientos.

Juana levantó la mirada y vio la expresión herida en su rostro atractivo: —Estoy comprometida, soy mayor que tú, no somos compatibles.

Luego, insistió con fuerza en que quería ser la madrina del bebé.

Angélica ya había tomado la decisión de que, independientemente de si podía estar con Martín o no, ella iba a quedarse con el bebé.

Esa noche, Angélica no pudo dormir tranquila.

Volvió a soñar con aquel hombre, con un cuchillo aterrador en la mano, siguiéndola despiadadamente desde atrás.

Corrió con todas sus fuerzas, hasta que llegó al borde de un acantilado.

El hombre sonrió de manera cruel y fría, y con el cuchillo en la mano, se lanzó hacia su abdomen.

—¡No... no... no!

Angélica abrió los ojos de golpe, su frente empapada en sudor. Su primera reacción fue levantar la mano y tocar su abdomen.

De repente, una oscuridad grande y oscura se acercó a ella. Como si aún no hubiera despertado del todo, creyó que era ese hombre y levantó la almohada para golpearlo, mientras gritaba con todas sus fuerzas:

—¡Ayuda... Ugh...!

De inmediato, la abrazaron, y un beso cayó sobre sus labios, sofocando las palabras que no pudo terminar.

Angélica se sorprendió, levantó las manos para resistirse, pero ya sentía la familiar fragancia en su boca.