Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 54

Angélica recordó de pronto haber encontrado a Martín en la entrada del complejo ayer.

Antes de desmayarse por el agotamiento, claramente lo vio acercarse.

Parece que después incluso le administró medicación.

¿Por qué ahora es Daniel quien aparece en su casa?

Además, había bloqueado todos los contactos de él, ¿cómo supo que estaba enferma?

—Tenías fiebre alta, necesitabas medir tu temperatura, afortunadamente bajó esta mañana.— Daniel coloco la sopa de arroz que había preparado en la mesa y extendio la mano hacia su frente para comprobar su temperatura.

Angélica evito mirar su rostro pálido y sereno y dijo: —No necesito tu cuidado, vete.

Daniel la mira, con una expresión de ternura y algo de impotencia.

—Sé que estás enojada por lo de tu suegra, puedes enojarte, pero no debes sacrificar tu salud. Has bloqueado mi teléfono y Facebook, si no fuera porque Martín me llamó, no habría sabido que estabas enferma. Ahora necesitas que alguien te cuide, ¿cómo podría irme?

Angélica levanto la vista de repente, sus ojos llenos de sorpresa: —¿Dices que... fue él quien te llamó?

Así que su memoria no estaba equivocada.

Martín la llevó a casa y le dio medicina.

Pero...

¿Por qué llamaría a Daniel?

¿Por qué contactaría a la persona que menos desea ver?

—Él estaba ocupado y no era conveniente para él, Martín sabe evitar malentendidos, y sabe que yo, como tu prometido, soy el más adecuado.

Daniel sonrío suavemente, mirándola fijamente sin apartarle la vista.

Ocupado...

Evitar malentendidos...

De alguna manera, al escuchar estas palabras, su corazón se siente como si estuviera siendo apretado fuertemente, un dolor sordo.

Se siente como si estuviera cayendo en un lago helado, tan frío que no puede respirar.

En su corazón, ella también debe ser insignificante, por eso tenía miedo de retrasar sus asuntos.

Pensando en esto, Angélica se ríe de sí misma con sarcasmo. Antes le decía que si la veía, debería rodearla o, mejor aún, no verla en absoluto.

En verdad se sobreestimaba, en los ojos de Martín, no era nada.

La noche de pasión que compartieron fue solo para satisfacer sus necesidades mutuas.

—Ya te dije que terminamos, no es apropiado que estés aquí en mi casa.— Angélica se voltea, evitando ver a Daniel: —Gracias por cuidarme anoche, por favor, vete.

Daniel sigue sosteniendo la cuchara para alimentarla, después de ser rechazado, se queda en silencio por un momento, su rostro pierde la expresión de ternura:

—Recuerdo que antes eras muy obediente y dócil, no me gusta cómo eres ahora, ¿quién te hizo cambiar o por quién cambiaste?

Angélica responde con desapego: —Eso es porque tú has cambiado, ya no eres el Daniel que conocí.

Daniel vuelve a poner la cuchara en el cuenco, —Sigo siendo el de antes, no he cambiado. Si no quieres que me mude aquí, te daré una semana más, realmente quiero estar contigo cuando tu madre despierte.

Mientras habla, deja el cuenco sobre la mesa: —Si está demasiado caliente, come más tarde. Te doy dos días libres, descansa bien.

Angélica observo a Daniel irse y escucho cómo la puerta de la sala se cerro; se sentia como si le hubieran drenado todas las fuerzas y cayo sentada al borde de la cama.

Él no solo no la ama, también la amenaza.

Utiliza a la persona que más le importa para amenazarla.

¿Acaso realmente no puede escapar del destino de casarse con Daniel?

Dos días después.

Angélica salio a esperar el ascensor.

Cuando las puertas se abrieron, Martín aparece frente a ella, vestido con ropa deportiva.