Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 88

Un sonido familiar resonó y Angélica miró hacia allí.

Martín se acercaba, vestido con un abrigo gris humo y un suéter de cuello alto en azul oscuro.

Su porte destilaba una elegancia casual.

—¿Martín también está comiendo aquí? Qué coincidencia, — comentó Daniel, mirando alternativamente a Angélica y a Martín, con un tono que sugería algo más.

—Solo era un compromiso de trabajo, ya ha terminado.

Martín bajó la mirada y, al ver que Daniel sostenía el brazo de Angélica, comentó con un tono ligeramente burlón: —Vas a casarte, el amor se profundiza. Si no recuerdo mal, esta es la primera vez que lo haces tan público.

Daniel respondió con una sonrisa suave: —Martín tiene buena memoria. Angélica pronto será mi esposa, así que tengo que mimarla en todo momento.

—¿Oh?— Martín alzó una ceja, dirigiendo su mirada hacia Angélica: —Parece que la señorita Angélica va a casarse con su verdadero amor.

Verdadero amor...

Palabras llenas de ironía.

Ella había hecho tanto esfuerzo por escapar de la casa Solano, y Martín incluso le había ayudado a encontrar un lugar donde vivir.

Más irónico aún era que ella le había asegurado firmemente a él que Daniel había accedido a romper el compromiso y que tendría éxito.

¿Y ahora qué?

Solo había pasado un día y ya estaba de nuevo al lado de Daniel.

Ni siquiera ella misma podía respetarse.

¿Cómo podría no sentirse afectada por su sarcasmo?

Angélica bajó la mirada: —Martín está bromeando.

A su lado, casi imperceptible, vino una risa sarcástica de Martín.

—No quiero molestarlos, me voy ahora.

—Martín, que te vaya bien.

Martín se giró y caminó rápidamente hacia un auto negro estacionado en la calle, donde un chofer le abrió la puerta.

Finalmente se alejó desde la entrada del restaurante, desapareciendo entre el tráfico.

—¿Ya viste lo suficiente?

Una voz sombría sonó, y Angélica se volvió para encontrarse con la fría mirada de Daniel.

—No tiene nada que ver contigo a quién miro,— respondió ella, sin expresión.

—¿Nada que ver conmigo?— Daniel apretó fuertemente su muñeca. —No olvides las palabras de tu padre, ahora no soy yo quien te detiene, si lo molestas, el tratamiento de tu madre podría...

No terminó la frase.

No hacía falta decir más, ella entendía.

Angélica apretó los labios, sus ojos destilaban un desprecio que nunca antes había mostrado.

¿Por qué no se había dado cuenta antes de que él era tan despreciable?

—No necesitas recordármelo,— dijo Angélica con frialdad. —Puedo no romper el compromiso, pero tampoco me mudaré de vuelta a tu villa.

Daniel entrecerró los ojos, renuente a aceptar.