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Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 116

[Concha Divinav: Disculpen, amigos, ya contactamos a dos diseñadores. Próximamente, el diseño preliminar de “Lluvia de Jacarandas” y la versión especial de perlas de Jimena estarán disponibles en dos ediciones. Si les interesa, pueden apartar la suya dejando un anticipo por los canales oficiales~]

[Concha Divinav: Ah, y para esos que andan diciendo que nuestros vestidos de gala no valen la pena, mejor cierren su lista de favoritos, porque todas sus imágenes guardadas son de los looks de Jimena en las cenas elegantes. Hasta las conchitas se sonrojaron de verlas~]

Las cuentas oficiales de Concha Divina en Twitter no se anduvieron con rodeos.

Muchos de los troles y cuentas falsas que estaban criticando la marca empezaron a dudar de sí mismos y corrieron a revisar sus carpetas de favoritos.

Los internautas se volcaron a ver el espectáculo, y las críticas hacia el equipo de Tatiana no tardaron en crecer.

...

En el camerino, el ambiente era otro.

Los cosméticos, esparcidos por el suelo, hacían eco del caos.

Tatiana perdió el control y gritó con furia:

—¡Inútiles, todos ustedes son unos inútiles! ¡Ni siquiera pueden encargarse de un asunto tan simple! ¿Para qué los tengo aquí, solo para que me hagan gastar mi dinero?

Cuando Lorenzo llegó, se encontró a Tatiana hecha un mar de lágrimas.

—Todo es culpa mía, por eso todos me odian. No debí venir a esta premiación. No debí usar este vestido. Y menos tomar ese premio que ni siquiera era para mí —lloraba tan fuerte que las mejillas se le pusieron rojas y apenas podía respirar.

Era la primera vez en seis años, desde la boda de Fabián, que Lorenzo veía a Tatiana tan destrozada.

Su corazón se apretó de solo verla así:

—Tatiana, ¿cómo puedes culparte? Todo esto fue por culpa de ese tonto de Hernán y sus ideas locas. La gente en internet solo sigue la corriente, ni siquiera te conocen de verdad. ¿Por qué te afectan tanto esas palabras?

Tatiana no dejaba de llorar, sumida en una tristeza que ni Lorenzo podía calmar, por más que intentara consolarla.

—¿Qué pasa aquí, Tatiana está bien? —interrumpió de pronto una voz masculina desde la puerta.

El llanto de Tatiana se detuvo en seco. Sin pensarlo, corrió hacia Fabián y lo abrazó con fuerza:

Él se encargaría de que recibiera lo que tanto deseaba.

Tatiana levantó la cabeza del hombro de Fabián.

La luz era tenue, pero la distancia entre ellos era tan corta que, de inmediato, notó la marca en el cuello de Fabián, justo debajo del suéter.

Era la huella de una mordida, con todo y labial. Claramente, la dejó una mujer.

¿Quién fue?

De un momento a otro, la tristeza de Tatiana se transformó en rabia pura.

Descartó de inmediato a Joana. Hacía años que la relación entre Fabián y ella era solo de compromiso, y menos ahora, con todo lo que estaba pasando.

¿A qué hora apareció otra mujer cerca de Fabián?

Se mordió el labio con tanta fuerza que casi se le escapa el reclamo.

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