Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 24

Lisandro se quedó mirando la pantalla del celular, donde aparecía la llamada colgada. Sus ojos oscuros mostraban confusión.

—¿Mamá… me colgó?

En su memoria, tan limitada como era, su mamá jamás le había colgado primero.

—Eso no puede ser —Dafne también lo vio, frunciendo el ceño y murmurando—: Mamá no se atrevería, seguro fue un error. Señorita Tatiana no puede seguir esperando. Hermano, márcale de nuevo, ¡ándale!

Lisandro, dudoso, volvió a marcar. Pero esta vez la línea marcaba ocupado de inmediato.

Su expresión se descompuso en un instante.

¡Mamá lo había hecho a propósito!

¡Qué infantil era! Ya estaba grande y seguía con juegos de niños.

La señorita Tatiana solo había tenido esa reacción alérgica porque usó su ropa. Si en ese momento la señorita Tatiana no le hubiera echado leche encima, capaz él también habría terminado con una alergia.

Entre más lo pensaba, más coraje sentía. Apretando el celular, salió corriendo del cuarto de hospital.

—¡Hermano! —Dafne se desesperó, moviendo sus piernitas—: ¡La señorita Tatiana ni siquiera ha comido!

—¡Ya veré qué hago!

...

Mientras tanto, Joana acababa de colgarle a su hijo, molesta por esa llamada sin sentido, cuando le llegó un mensaje de Sabrina.

Sin pensarlo mucho, le devolvió la llamada a Sabrina.

—Esa clienta es súper exigente. Todos los diseñadores de la empresa han enviado como cien propuestas y nada le convence.

Sabrina sonaba resignada.

—Joana, la he pensado mucho y solo tú puedes con esto. ¿Te animas a intentarlo?

Joana se quedó pensativa un instante.

—¿De qué tipo de diseño se trata?

Al escuchar que Joana no rechazaba de inmediato, Sabrina intuyó esperanza.

—La clienta quiere una colección de ropa deportiva con el tema de “renacimiento de la energía”. Después te mando los detalles por correo. Sé que llevas mucho sin hacer diseño gráfico, pero puedes checarlo y, si te animas, yo misma le aviso a la clienta.

Joana escuchó tranquila hasta que Sabrina terminó.

—Va, lo tomo.

—¿En serio, Joana? —Sabrina no podía ocultar la alegría en su voz.

Joana, con voz segura, le respondió:

—Sí, estos días ya lo pensé bien. Quiero volver a ser diseñadora, vivir por mí, aunque sea una vez. Acepto el trabajo. Que esta propuesta sea mi prueba para regresar a la empresa.

Las cosas que no se usan, la vida se las lleva.

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