Las comisuras de los labios de Fabián palidecieron.
Su puño alzado quedó suspendido en el aire, inmóvil.
—¿Señor Maurilio? ¿Cómo es posible que sea usted?
El hombre en la cama no era otro más que Maurilio, el director general de la empresa extranjera con la que Grupo Rivas acababa de cerrar un acuerdo importante.
Y la mujer voluptuosa y provocativa en sus brazos, claramente, no tenía nada que ver con Joana.
[¿¡¿Qué demonios es esto?!? Yo recuerdo que la señora Rivas no se parece en nada a esa mujer.]
[¡Reconozco a ese Maurilio! Es el jefe de RoKa, ¿no? Esto no tiene nada que ver con la imagen que presume en redes, de hombre enamorado y fiel a su esposa.]
[Jajaja, dicen que Maurilio le tiene miedo a su esposa, ¿será que lo cacharon metiendo la pata? Esto se va a poner bueno.]
El rostro de Maurilio cambió al identificar a Fabián.
—Señor Fabián, ¿qué significa esto? —preguntó, con una mezcla de sorpresa y molestia.
En ningún momento se percató de que alguien estaba transmitiendo todo en vivo.
Tampoco tenía idea de que su aventura oculta de años acababa de quedar expuesta ante todos.
Maurilio estaba furioso por el incidente. Ya antes había escuchado a una mujer gritar sin parar afuera de la habitación. Si no hubiera sospechado que era alguien enviado por su esposa para armar un escándalo, ya la habría echado a patadas.
Entrecerró los ojos y miró de arriba abajo a Tatiana.
—Esta señorita… me resulta familiar.
Tatiana sintió que la sangre se le congelaba.
¡¿Por qué tenía que ser Maurilio?!
Ese tipo era el enemigo declarado de su exmarido.
Y lo peor: era vengativo, guardaba rencores por años.
—Señor… usted… se equivoca de persona —musitó Tatiana, aguantando el temblor en la voz.
Maurilio soltó una risa desdeñosa.
—¿Que me equivoco? ¿Entonces cómo me explican esto? Entraron aquí sin permiso, irrumpiendo en la habitación de otra persona. ¿Así es como se comporta la gente de Estado Magnolio?
Fabián arrugó el entrecejo, sin saber cómo justificar la situación.
Maurilio, después de todo, era originario del país, y solo había conseguido papeles británicos por su matrimonio.
—Señor Maurilio, de verdad le pido disculpas. Hubo una confusión, pero prometo que le explicaré todo en persona y le pediré disculpas formales —dijo Fabián, tratando de calmar las aguas.
Maurilio se aferró a la sábana y bufó, con el bigote temblando de rabia.



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