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Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 37

La mirada de Joana se detuvo en la cabecita de Dafne, donde unos pedacitos de papel blanco resaltaban entre su cabello.

Por instinto, alzó la mano para quitárselos, pero su hija, como si fuera un pequeño erizo, se encogió y se apartó enseguida, a la defensiva.

—¡Ni se te ocurra pegarme! —Dafne frunció el ceño y le lanzó una mirada retadora.

La señorita Tatiana les había contado una vez una historia sobre una esposa que, al no recibir cariño de su esposo durante años, se desquitaba con sus hijos cuando él no la veía, haciéndoles daño para, de alguna manera, llamar la atención del marido.

Dafne pensaba que su mamá, en ese estado tan raro y descontrolado, se parecía mucho a aquella mujer del cuento.

Joana quiso decir algo, pero al ver la mirada desconfiada de sus hijos, lo único que logró fue una mueca amarga, entre risa y tristeza.

Ellos le tenían miedo. Así de bajo había caído como mamá.

Dafne y Lisandro ya estaban alerta, como si esperaran que Joana se lanzara sobre ellos en cualquier momento. Si se atrevía a hacerles algo, gritarían sin dudarlo.

Pero, para sorpresa de ambos, Joana simplemente se dio la vuelta y salió del cuarto.

Los niños se quedaron pasmados.

—Hermano, ¿nada más se fue? Qué raro —susurró Dafne, todavía tensa.

Lisandro, sin bajar la guardia, murmuró:

—Espera… ¿no irá hacia donde está la señorita Tatiana?

Tatiana acababa de salir del hospital y tenía trabajo de grabación, así que no se encontraba en la casa. Aun así, seguía ocupando el cuarto de Joana, adueñándose de él como si nada.

Joana empujó la puerta del cuarto. El aroma fuerte de perfume femenino le hizo fruncir la nariz.

El dormitorio, que antes era un lugar acogedor, había sido transformado por completo: muebles costosos por todos lados, las paredes pintadas con colores brillantes y relucientes.

Lo único que se mantenía igual era la foto familiar sobre el escritorio, aunque ahora el rostro de Tatiana había reemplazado a la verdadera dueña del hogar.

Joana tomó el álbum de fotos, pero en ese momento, una silueta pequeña irrumpió en la habitación y la embistió con fuerza.

—¡Mamá! ¿Por qué entraste al cuarto de la señorita Tatiana y tocaste sus cosas cuando ella no está? ¡Eso es de muy mala educación! —Lisandro la acusó con voz firme, indignado.

Joana se llevó la mano al vientre, que le dolía tras el golpe, y sintió cómo el frío le calaba hasta los huesos.

—Lisandro, este es el cuarto de mamá —logró decir, con la voz temblorosa.

Dafne apareció enseguida:

—¡Pero tú no eres parte de la familia Rivas! ¡Te vas a divorciar de papá, no nos quieres! Así que este cuarto ya no te pertenece.

Capítulo 37 1

Capítulo 37 2

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