Entrar Via

Cuando el Anillo Cayó al Polvo romance Capítulo 66

Antonella aprovechó el momento y soltó:

—Señor, nuestra señorita Joana tiene el orgullo muy alto, sus aspiraciones van por otro lado, no se lo tome a pecho. Si lo que necesita es una persona adecuada para supervisar el hogar, yo puedo hacerlo.

Joana esbozó una sonrisa burlona en la comisura de los labios.

Sin hacer ningún gesto evidente, retrocedió unos pasos discretamente, cediéndole el espacio a Antonella.

Antonella, viendo la oportunidad, enderezó la espalda y se adelantó, dejando claras sus intenciones:

—Señor, ¿qué le parezco yo?

Su mirada era coqueta, y su voz tan dulce que parecía derretir el aire.

Después de tantos años partiéndose el lomo en el mundo del diseño, apenas y había logrado juntar algo. Pensó que sería mejor buscarse a un hombre con dinero y poder.

Y ese hombre, justo enfrente de ella, era capaz de sacar quinientos millones de pesos de un jalón.

Ese era, sin duda, el mejor momento de su vida.

La mirada de Fabián no se despegaba del perfil escurridizo de Joana, que ya se alejaba. Su expresión se volvió oscura y tajante:

—¿Tú quién te crees? ¡Lárgate!

Antonella apretó los labios, negándose a rendirse:

—Si ella puede, yo también puedo. Y si hay algo que no pueda, igual le entro~

El mensaje era tan claro como el agua.

Cualquier otro, en su lugar, se habría sentido tentado.

Pero Fabián, con un gesto de asco, se apartó de su cercanía y espetó con tono cortante:

—Ahora me surge la duda de qué clase de filtros usan en tu empresa para contratar personal. Ya hasta me preocupo por el futuro de mi esposa ahí adentro.

Sin más, se dio la media vuelta y subió al carro sin mirar atrás.

Antonella se quedó clavada en el sitio, como si le hubiera caído un rayo encima.

¿Esposa?

¿Joana… era la esposa de ese hombre?

Por dentro, la envidia y la rabia le hervían en el pecho.

—¿Cómo le hace esta mujer para tener tanta suerte?— murmuró para sí, apretando los puños.

...

—Claro, abuelo.

En los últimos años, su abuelo casi no había pintado por lo delicado de su salud.

Antes, para los cumpleaños de don Aníbal, su abuelo solía elegir algún regalo sencillo, pero nunca una pintura hecha por él.

Joana entendió que, más allá del regalo, su abuelo quería que ella se sintiera respaldada, que la familia Rivas no la menospreciara.

Las lágrimas le resbalaron sin freno.

Se las arregló para seguir la conversación, hasta que su abuelo la apuró a cenar, y entonces colgó.

Joana fue a lavarse las manos, y se preparó una buena cena.

Apenas terminó de comer, le llegó un mensaje de Sebastián.

[¡Carajo! ¿Desde cuándo los medios están ciegos?]

[Enlace: ¡Impactante! ¿Fabián ya tiene nueva conquista fuera del círculo? ¡Tatiana llora en el set!]

El corazón de Joana dio un brinco. Un mal presentimiento se apoderó de ella.

Abrió el enlace. Ahí estaban las fotos de ella y Fabián, captados por un paparazzi, justo hoy a la salida de la empresa.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Cuando el Anillo Cayó al Polvo