De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 274

Esa noche, Belén tuvo una pesadilla. Soñó con el dolor del parto de Cecilia.

Fue un parto natural, pero una arteria del cuello uterino se rompió, lo que provocó una hemorragia masiva y una infección. Para salvarle la vida, los médicos tuvieron que hacerle una transfusión de sangre completa.

Solo ella sabía lo que había sufrido; el miedo en ese momento casi la consume.

Pero al final, logró superarlo.

Sin embargo, cada vez que recordaba esa experiencia, sentía que le faltaba el aire.

Cuando se despertó al día siguiente, tenía la cara empapada en lágrimas.

Se quedó sentada en la cama, con la mirada perdida en el vacío.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó unos golpes en la puerta.

—Tía, ¿ya despertaste? Quiero entrar a verte —dijo Rosario desde el otro lado.

Al oír su voz, Belén volvió en sí y respondió con voz ronca:

—Ya desperté, pasa.

Rosario abrió la puerta y entró. Llevaba una pijama rosa y abrazaba un muñeco.

Se acercó a la cama de Belén y se acostó a su lado.

Se acurrucó junto a Belén y le preguntó con preocupación:

—Tía, papá y mamá dicen que te mordió un perro. ¿Ya estás bien?

Belén la abrazó y le dijo en voz baja:

—Tu tía ya está bien.

Rosario levantó la cara para mirarla y le dijo con dulzura:

—Papá y mamá me dijeron que viniera a cuidarte y que te sacara a pasear para que te distraigas.

Belén le acarició el cabello.

—Con tenerte a ti aquí, tía ya es muy feliz.

Rosario abrazó a Belén y le dio un beso en la mejilla. Luego, le entregó el muñeco que traía.

—Tía, este muñeco me lo dio la sirvienta. Dice que alguien te lo mandó.

Belén miró el muñeco que tenía Rosario en las manos. No era muy grande, solo un juguete infantil, pero Rosa decía que era para ella.

Lo tomó y lo examinó. No era de marca y era bastante sencillo, con una carita sonriente.

Después de pensarlo, supuso que sería un regalo de Tobías.

No se le ocurría nadie más.

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