De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 273

Belén levantó la vista hacia la ventana. Estaba entreabierta y la brisa otoñal entraba, levantando una esquina de la cortina.

Mezclado con el viento, le pareció percibir un ligero aroma de Tobías.

Supuso que, antes de que ella llegara, Tobías había estado en su habitación.

Se levantó, se acercó a la ventana y miró a ambos lados, pero no lo vio por ninguna parte.

Entonces, cerró la ventana.

Justo en ese momento, sonó su celular.

Volvió a la cama, lo tomó y vio que era Fabián.

Dudó un segundo, pero finalmente contestó.

—Bueno —dijo con voz fría y algo débil.

Del otro lado de la línea, Fabián estaba en un lugar silencioso.

—¿Ya te atendieron la herida? —preguntó, preocupado.

Al escuchar su tardía pregunta, Belén sintió una punzada de dolor.

—Sí, ya —respondió sin expresión.

Fabián pareció soltar un suspiro de alivio.

—Qué bueno que ya te atendieron.

Belén lo pensó un momento y, al final, le preguntó:

—¿Y Cecilia? ¿Ya le curaron la herida?

—Sí, ya regresó del hospital —respondió Fabián.

—Ah —dijo Belén.

Tras esa palabra, se dispuso a colgar.

Fabián, como si adivinara su intención, la detuvo.

—Belén, espera.

Belén detuvo el dedo que estaba a punto de presionar el botón de colgar.

—¿Hay algo más?

La voz de Fabián llegó ronca a través del teléfono.

—Tobías y yo tenemos conflictos de negocios. No me gusta que te acerques tanto a él.

Su tono era autoritario, como si le estuviera dando una orden.

Al escucharlo, Belén sintió una ola de indignación.

—Fabián, ocúpate de tus propios asuntos —respondió con una risa fría y despectiva.

Y sin más, le colgó.

Del otro lado, Fabián escuchó el tono de línea ocupada y su rostro se ensombreció.

Detrás de él, Cecilia, acostada en la cama, parpadeó con sus grandes ojos redondos, miró la espalda de Fabián y lo llamó:

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