Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 1317

Lo más importante para ella ahora era quedar embarazada de Leandro Serrano lo antes posible y asegurar su posición, no estar aquí enfrascada en una guerra de celos con Micaela.

Cualquiera con ojos podía ver lo mucho que Gaspar se preocupaba por Micaela. Ir a buscarle problemas era, sencillamente, buscar su propia humillación.

En ese momento, mientras se subía al carro aferrando su bolso, Samanta juró en silencio que algún día le arrojaría a Gaspar a la cara los veinte mil millones de la multa por incumplimiento de contrato, cortando así por completo el control que él tenía sobre ella y asegurándose de no volver a sufrir la humillación de ese día.

***

Dentro del restaurante, Gaspar regresó a la mesa, con la expresión ya tranquila. Observó el rostro de Micaela; ella estaba cortando con paciencia el filete de su hija, como si lo que acababa de ocurrir fuera solo un incidente sin importancia.

Samanta no había vuelto, lo que significaba que él ya se había encargado del asunto, y ella no iba a preguntar más.

—Papá, ¿la señorita Samanta ya se fue? —preguntó Pilar con curiosidad.

—Sí, tenía un compromiso y se tuvo que ir —respondió Gaspar amablemente, mientras enrollaba un poco de pasta y se la ofrecía a su hija—. Ten, prueba esto.

La atención de Pilar fue capturada por la comida y comenzó a comer felizmente.

Bajo la luz, el ambiente era tranquilo. A Micaela no se le había quitado el apetito; terminó su filete y pasó al postre.

Madre e hija compartieron el dulce. Micaela vio que su hija se había manchado la boca con crema y, con ternura, tomó una servilleta para limpiarla.

Al terminar de cenar, Gaspar pagó la cuenta y Pilar propuso ir de compras al centro comercial. Justo había uno cerca, y como Micaela no pudo negárselo y Gaspar siempre la consentía, terminaron acompañando a la pequeña.

La variedad de productos en el centro comercial levantaba el ánimo. Micaela llevó a su hija a la sección de juguetes para que escogiera algo.

Pronto, Pilar eligió una lámpara proyector de estrellas y corrió emocionada hacia Gaspar.

—¡Papá, mira esto!

Gaspar se agachó para quedar a su altura y le preguntó con voz suave:

—¿Te gusta?

—¡Sí! ¡Es una lámpara que proyecta estrellas! —asintió Pilar con fuerza, sus grandes ojos llenos de ilusión.

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