—Verónica, no vuelvas a hacer las cosas por tu cuenta, ¿queda claro? —Lara le lanzó una mirada cortante a Verónica, dejando claro que le reprochaba haberla empujado a la sala de entrevistas aquel día.
Verónica se atragantó con las palabras.
—Perdón, Lara, yo... de verdad no era mi intención.
—Ya sal, por favor, tengo que trabajar —soltó Lara de manera distante.
Por dentro, Verónica no pudo evitar refunfuñar. El día de la entrevista, ¿no fuiste tú la que más contenta estaba? ¿Ahora resulta que todo es mi culpa?
...
A las diez, todos en el laboratorio recibieron una invitación para una comida. Joaquín había conseguido el presupuesto para celebrar los logros de Micaela. El plan era reunirse al mediodía en un restaurante frente a la Facultad de Medicina.
A las once, Joaquín entró a la oficina de Micaela trayendo consigo una noticia que la dejó boquiabierta.
El Grupo Ruiz le otorgaría una bonificación extra de treinta millones de pesos.
Durante unos segundos, Micaela se quedó en shock. Sin embargo, al recordar los beneficios que el nuevo medicamento había traído para la empresa, entendió que esa cantidad correspondía al impacto de su trabajo.
En esta ocasión, Micaela no pensaba ser modesta. Lo que era suyo, lo aceptaría con la frente en alto.
—Mica, tu logro de hoy seguro dejó a don Gaspar con el ojo cuadrado —Joaquín bromeó, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Joaquín, te encargo que sigas guardando mi secreto. No quiero que se sepa quién soy realmente.
Joaquín asintió.
—Entiendo, ahora que te volviste tan famosa, si se enteran de que además eres la esposa de don Ruiz, seguro armarán chismes. Por cierto, la universidad también te va a dar un bono. Logramos que te asignaran un millón de pesos, espero no te parezca poco.
Micaela le sonrió.
—Gracias, de verdad.
—Nos vemos en el restaurante —dijo Joaquín antes de salir a continuar con sus pendientes.
Poco después, el celular de Micaela vibró. Miró la pantalla, cerró la puerta de la oficina y contestó:
—¿Bueno? ¡Emilia!
—¡Micaela, felicidades! Ahora sí que eres toda una celebridad. Hasta yo me siento orgullosa de ser tu amiga.
—No me eches carrilla —respondió Micaela, riendo.
—Ahora sí que Gaspar tiene que verte con otros ojos. Mira que Samanta será muy buena artista, pero tus logros no se quedan atrás. Eres científica, amiga.
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