Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 235

Por la noche, Micaela guardó el acta de divorcio en el cajón con llave. Sabía que su hija solía andar revisando todo en la casa y no podía arriesgarse a perder ese documento.

Acurrucando a su pequeña, que era tan suave y cariñosa como un peluche, Micaela se sintió completamente en paz. Incluso soñó bonito esa noche.

...

A la mañana siguiente, Micaela tuvo que salir temprano por un caso especial. Necesitaba ver personalmente al paciente junto con Verónica.

Hospital Popular.

Al salir del cuarto del paciente y cruzar el vestíbulo, Verónica, siempre tan observadora, notó a alguien entre la multitud. Aunque esa mujer llevaba cubrebocas, su figura y porte llamaban la atención. De inmediato se notaba que era una de esas bellezas que sobresalen en cualquier lugar.

Verónica se tapó la boca con sorpresa.

—¡Micaela, esa es Samanta, ¿verdad?!

Micaela andaba sumida en sus pensamientos, pero al mirar en la dirección que señalaba Verónica, reconoció de inmediato a Samanta.

Verónica vio cómo Samanta se dirigía hacia el área de ginecología y obstetricia, y de repente se le aceleró el corazón. No podía evitar pensar, ¿será que Samanta vino a hacerse un chequeo de embarazo?

No era que Verónica fuera metiche, pero le encantaba enterarse de todo y el chisme le podía.

—Micaela, espérame tantito aquí en la entrada, voy rapidísimo al baño —dijo, y sin esperar respuesta, se fue casi corriendo hacia ginecología.

Cinco minutos después, Verónica regresó jadeando un poco y encontró a Micaela esperándola en el estacionamiento. La miró con una mezcla de lástima y sorpresa.

—Micaela, ¿puedes adivinar a qué consultorio entró Samanta?

Micaela ni necesitó adivinarlo.

—Entró a obstetricia —dijo Verónica, observando atentamente la reacción de Micaela.

Resultó que la tercera en discordia que había destruido el matrimonio de Micaela era nada menos que Samanta, la hermana de Lara. Vaya coincidencia tan absurda.

¿Quién podría resistirse ante una amante como Samanta, tan llamativa? Ni siquiera Gaspar, que terminó divorciándose, pudo contenerse. Eso solo demostraba la clase de atracción que ejercía Samanta sobre los hombres.

—Micaela, ¿crees que me meto demasiado en lo que no me importa? —soltó Verónica, haciendo una mueca de burla hacia sí misma.

—Vámonos ya —contestó Micaela.

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