¡No querrá pasar la noche conmigo! ¿Acaso Samanta no lo dejó satisfecho hoy?
Ya habían ido a un hotel, ¿entonces para qué venir a molestarme otra vez?
—Ya me acostumbré a dormir sola, no hay necesidad de compartir cama —Micaela frunció el ceño, dejando clara la repulsión que sentía en ese instante.
Gaspar la miró con una expresión seria y un brillo sombrío en los ojos.
—Hoy es ocho —le soltó, cortante.
Apenas terminó de hablar, apoyó la mano sobre la pared, y el cuarto quedó sumido en penumbra.
Micaela sintió cómo el aire se le atascaba en el pecho.
—Gaspar, vete a tu cuarto, yo no quiero...
De pronto, una mano grande emergió de la oscuridad y le sujetó la muñeca con fuerza. En su intento por zafarse, Micaela terminó en los brazos de Gaspar. Incluso en esa luz escasa, podía distinguir la dureza de su mirada.
Intentó levantarse, pero el brazo de Gaspar la rodeó por la cintura, sujetándola sin dejarle escapatoria.
—Suéltame —exclamó Micaela, ya roja de coraje y vergüenza.
—¿Estuviste bebiendo? —le soltó él, de inmediato.
Solo había tomado media copa, y ya habían pasado dos horas, pero aun así este tipo se dio cuenta.
Micaela apartó la mirada, sin contestar.
Gaspar le tomó la cara entre los dedos y se inclinó para besarla.
Ella reaccionó cubriéndose la boca con la mano y girando la cabeza, esquivando el acercamiento sin dudarlo.
Eso pareció encender la furia de Gaspar, quien de un movimiento la hizo quedar bajo su cuerpo, sujetándole las muñecas sobre la cabeza con firmeza.
Micaela recordó que justo estaba en sus días, así que optó por cerrar los ojos y dejar de luchar. Sin embargo, Gaspar se detuvo de repente, como si se le hubiera ido todo el interés.
En la penumbra, él soltó con tono indiferente:
—Ni creas que voy a rogarte por esto.
Micaela respiró aliviada. Mejor, que ni se le ocurriera.
Aunque le rogara, jamás aceptaría.
...
La mañana siguiente, Micaela estaba desayunando cuando sonó el celular. Era Joaquín, que sonaba apurado.
—Mica, ¿tienes un momento? Este miércoles tenemos una reunión con inversionistas y necesitamos que tú des el discurso.
—Está bien, me voy a preparar con anticipación —respondió ella, sin dudar.
—¿No te da nervios? —preguntó Joaquín, genuinamente preocupado.
La propuesta de análisis experimental que Micaela había hecho los dejó a todos boquiabiertos, y por eso querían que ella misma subiera al escenario, aunque Joaquín sabía que no tenía experiencia en eso.
—No te preocupes, lo haré bien —aseguró Micaela, con confianza.
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