En ese momento, el celular de Micaela empezó a sonar. Al ver el nombre de Ramiro en la pantalla, contestó de inmediato.
—¿Bueno? Ramiro, dime.
—Mica, ya te mandé al correo la información que me pediste.
—Perfecto, muchas gracias. Te lo debo.
Micaela miró al hombre que tenía detrás y le soltó, sin rodeos:
—Vete de aquí. No quiero que vuelvas a meterte en mi vida.
La mirada de Gaspar se volvió aún más oscura, como si las sombras lo envolvieran. Al parecer, cualquier otro podía acercarse y molestarla cuando quisiera, menos él.
Sin decir nada más, se dio la vuelta y se marchó.
Micaela permaneció en silencio, escuchando cómo Gaspar se despedía de su hija y cerraba la puerta de la casa. Solo entonces pudo soltar un largo suspiro de alivio.
...
Al día siguiente, temprano por la mañana, Micaela llevó a su hija a la escuela y se dirigió al laboratorio. El experimento que acababa de lograr necesitaba ser probado una y otra vez. El trabajo ahí era monótono y complicado, pero para Micaela, todo ese esfuerzo valía la pena.
...
A la hora del almuerzo, Lara se topó con Tadeo. Antes, Lara jamás se habría acercado a hablarle, pero ese día, algo había cambiado.
—Tadeo, ¿tienes un momento para platicar?
Tadeo se acomodó las gafas, tratando de ocultar su nerviosismo. Frente a alguien como Lara, siempre le costaba parecer tranquilo.
Lara consiguió de Tadeo información sobre los avances de Micaela. Al escucharla, no pudo disimular que se quedó helada. ¿Micaela solo llevaba unos días a cargo de la investigación y ya había conseguido tal avance?
Se quedó pensando, perdida en sus propios pensamientos.
Los ojos de Tadeo, detrás de sus lentes, brillaban de admiración.
—Lara, la neta, Micaela es una genio. Los resultados de hoy muestran que la eficiencia de edición aumentó casi un cuarenta por ciento.
Debajo de la mesa, Lara apretó los puños con fuerza.
Si Micaela de verdad lograba ese avance, su nombre quedaría grabado entre los mejores. Al año siguiente, los premios de investigación nacionales e incluso internacionales serían para ella.
El veneno de la envidia se le notaba en la voz cuando preguntó:
Así, aunque Micaela lograra su avance, la gente pensaría que solo era herencia de su papá, no mérito propio. Eso debilitaría la reputación de Micaela y la haría ver como una científica que solo dependía de su familia.
La reunión dio inicio.
Zaira pidió a cada grupo que resumiera los avances de la semana.
Cuando Micaela terminó su reporte, Lara levantó la mano.
—Micaela, tengo una duda. ¿Podrías responderme algo? Es sobre un artículo de tu papá, el que habla sobre la eficiencia en la edición genética. ¿No es ese el mismo tema en el que estás trabajando ahora?
Sus palabras dejaron claro para todos lo que pretendía.
Ramiro frunció el ceño.
—Lara, mejor enfócate en tus experimentos.
—Ramiro, sé que siempre defiendes a Micaela, pero esta vez quiero cuestionar la verdadera originalidad de su investigación.
Lara no se echó para atrás, ni pensó hacerlo.

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