Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 295

A la hora del almuerzo, Micaela llegó puntual al restaurante que Jacobo había elegido. Natalia, quien últimamente no se sentía bien de salud y rara vez salía, había hecho el esfuerzo de venir para encontrarse con Micaela. Por eso, Micaela no se atrevió a mostrarse indiferente.

—Señorita Micaela, valoro mucho su experiencia en el área médica. Aunque ahorita está trabajando en el laboratorio del doctor Leiva, nuestros objetivos van en la misma dirección —comentó Natalia.

—Así es, la ciencia no tiene fronteras. Además, siendo laboratorios del mismo país, lo natural es que nos apoyemos y compartamos avances —respondió Micaela, con seriedad.

—Señora Natalia, si hay algo en lo que pueda ayudarle, dígamelo sin pena —agregó, mirándola con sinceridad.

Natalia sonrió levemente, sacó unos papeles de su bolso y se los extendió a Micaela.

—Estos son los datos más recientes de nuestra investigación sobre medicamentos contra el cáncer. Me gustaría que los revisara y nos diera su opinión —pidió.

Micaela se sorprendió. Natalia le confiaba esos datos porque tenía plena fe en ella.

Tomó el expediente y, al abrir la primera página, sus ojos recorrieron con rapidez las fórmulas y los resultados de los experimentos. Levantó la mirada, algo impresionada.

—¿Este es un nuevo medicamento dirigido al cáncer de mama triple negativo?

Jacobo intervino, con un tono un poco grave.

—Mi tía tiene cáncer de mama. Ha puesto todo su empeño en este proyecto. Ya pasamos la etapa de pruebas en animales.

Natalia tosió suavemente y su rostro se veía algo pálido.

—Señorita Micaela, sé que ya tiene proyectos en curso, pero si pudiera revisar los datos y darnos su punto de vista, le estaríamos muy agradecidos —dijo con esperanza.

Micaela sintió el peso de los documentos en sus manos y también la expectativa reflejada en los ojos de Natalia. Asintió con solemnidad.

—Por supuesto, señora Natalia. Lo revisaré con cuidado y le daré mis comentarios lo antes posible.

Terminada la comida, Jacobo se ofreció a llevar a Micaela de regreso al laboratorio.

Durante el trayecto en el carro, Jacobo la miró por el retrovisor.

—Mi tía te aprecia mucho. Siempre comenta que, si te unieras a nuestro equipo, los avances serían mucho más rápidos.

Micaela sonrió con suavidad.

—El doctor Leiva me dio la oportunidad de crecer, así que por ahora no pienso cambiar de laboratorio. Pero podemos seguir colaborando.

Jacobo asintió, respetando su decisión sin insistir.

...

Al regresar, la asistente de Zaira tocó la puerta.

—Micaela, la señora Zaira quiere verte.

Micaela dejó los papeles y salió. Apenas se fue, Lara entró al despacho. Venía a dejarle unos documentos de InnovaCiencia Global.

Al poner el expediente sobre el escritorio, notó un folder con el nombre del laboratorio de Natalia. Frunció el ceño, lo tomó y, sin pensarlo mucho, rompió el hilo de seguridad y lo abrió.

Después de leerlo, soltó una carcajada sarcástica.

—¿Así que Micaela ya se quiere ir al laboratorio de Natalia? —murmuró, como si hablara sola.

En el fondo, Lara deseaba que Micaela se fuera. Pero también sabía que, si Micaela cambiaba de laboratorio, seguramente la valorarían más y sus logros serían difíciles de igualar.

Por ahora, tenerla aquí, enfocada en un proyecto casi imposible, le quitaba tiempo y energía. Así, sería más fácil para Lara destacar con los resultados de InnovaCiencia Global.

Cuando Micaela volvió, guardó de inmediato los papeles en el cajón y se fue directo al área de experimentos.

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