Micaela captó la indirecta de Samanta, pero no pensó discutir con ella.
Samanta esperaba que Micaela se sintiera herida y le respondiera, pero pasaron varios minutos y ella actuó como si ni siquiera hubiera escuchado sus palabras.
Aburrida, Samanta mordió su labio pintado de rojo. En ese momento, un miembro del staff se acercó y les avisó:
—La ceremonia de premiación está por comenzar, por favor, les pedimos a los ganadores que tomen asiento en los lugares asignados.
Samanta le lanzó una última mirada a Micaela. No lograba entender por qué ella siempre conseguía tan fácilmente la admiración y el reconocimiento de los demás. Incluso el alcalde la había tratado con especial atención hace un rato.
La ceremonia comenzó de manera oficial. El presentador fue presentando uno a uno los logros de los ganadores.
Cuando mencionaron el nombre de Micaela, en la pantalla gigante apareció un video corto mostrando a su equipo y a ella enfrentando desafíos médicos, lo que provocó una ola de aplausos en el auditorio.
—La señorita Micaela ha logrado avances en el campo de la biomedicina, trayendo esperanza a muchísimos pacientes. No solo es una científica destacada, sino también un ejemplo de la mujer de nuestro tiempo. Invitamos a la señorita Micaela a subir al escenario —anunció el presentador con respeto.
Micaela se puso de pie, avanzó con paso firme y subió al escenario. El mismo alcalde le entregó el premio.
El alcalde le estrechó la mano y en su mirada había una clara muestra de aprecio.
—Micaela, felicidades —le dijo personalmente, entregándole el trofeo.
Micaela lo recibió y le agradeció con un gesto.
Sin querer, barrió con la mirada el auditorio y se cruzó con Gaspar, sentado en la primera fila de la zona de invitados especiales. Él la observaba con una expresión difícil de descifrar.
Micaela apartó la mirada rápidamente y se acercó al micrófono.
—Gracias al comité por este reconocimiento. Es un gran honor recibir este premio. Seguiremos trabajando duro para no defraudar su confianza.
Su discurso fue directo y contundente, arrancando una nueva ronda de aplausos.
Después de Micaela, llegó el turno de Samanta. En la pantalla se proyectaron imágenes de ella sobre el escenario y haciendo obras benéficas en su tiempo libre.
Una autoridad subió a premiarla y Samanta, con voz dulce, dio su discurso de agradecimiento. Al final, sonrió coquetamente en dirección a Gaspar, dejando claro ante todos que él era el destinatario de esa atención.
Una vez que terminaron de entregar los premios, el alcalde subió al escenario para dar unas palabras. Media hora después, la ceremonia concluyó.
La gente comenzó a salir del auditorio platicando en pequeños grupos. Micaela acababa de cruzar la puerta cuando de pronto apareció Jacobo, sosteniendo un ramo de flores. Ella se sorprendió al verlo.
—Felicidades —le dijo Jacobo, acercándose.
Micaela no se lo esperaba, pero aceptó el ramo sin dudar.
—Gracias —dijo, sinceramente agradecida.
En ese momento, una chica con un enorme ramo de rosas rojas buscaba a alguien entre la multitud. Cuando localizó a su objetivo, se dirigió directamente hacia Samanta y le entregó las flores. Samanta las aceptó y, sonrojada, miró a Gaspar a su lado, como presumiendo ante todos que ese gesto venía de él.
Micaela apartó la vista. Jacobo sonrió y, entre la multitud, saludó a Gaspar con un movimiento de cabeza.
Gaspar le devolvió el saludo y se marchó de inmediato.
Micaela estaba por irse cuando la detuvo el asistente del alcalde.
—Señorita Micaela, un momento, por favor. El alcalde quiere verla —le dijo el asistente con cortesía.
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