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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 435

Sala de reuniones de InnovaCiencia Global.

Micaela estaba presentando un PowerPoint; ya había terminado de cerrar el trabajo del experimento con Héctor y, la próxima semana, regresaría para encargarse de su propio proyecto.

En ese momento, la puerta de la sala se abrió y Ramiro entró.

Micaela le lanzó una mirada preocupada. Ramiro le dedicó una pequeña sonrisa.

—Tú sigue, no te detengo.

El corazón de Lara dio un par de brincos. Ramiro por fin había vuelto; en el tiempo que no lo había visto, sentía que hasta el trabajo le resultaba monótono.

Disimuladamente, Lara no podía evitar observar a Ramiro, pero notó que, después de sentarse, toda su atención estaba puesta en Micaela. Un sentimiento de celos comenzó a arderle por dentro.

Cuando Micaela terminó su resumen y volvió a su lugar, Ramiro le habló:

—Después pasa a mi oficina, hay que hacer la entrega del proyecto.

—¡Va! —respondió Micaela con una sonrisa.

Terminada la reunión, Ramiro y Micaela caminaron juntos rumbo a la oficina de él. Al llegar, Micaela notó lo cansado que se veía, con los ojos enrojecidos.

—Ramiro, ¿por qué no te tomas un par de días para descansar antes de volver al trabajo?

—Estoy bien, tú tienes prisa por regresar con tu proyecto, mejor hagamos el cambio de responsabilidades —contestó Ramiro, acomodándose los lentes y sonriendo.

Ese gesto hizo que Micaela sintiera un calorcito en el pecho.

—Gracias, Ramiro, de verdad aprecio mucho que siempre pienses en mí.

—Es lo mínimo que puedo hacer —le devolvió la sonrisa Ramiro.

Pasaron casi media hora revisando todos los detalles del trabajo en la oficina. Lara pasó varias veces por el pasillo y los vio conversando todavía. Ni oportunidad de entrar a preguntar por Ramiro le dio Micaela.

Al fin, cuando Micaela salió, Lara aprovechó para buscar cualquier pretexto y entrar. Al ver el semblante cansado de Ramiro, le habló con voz suave:

—Ramiro, si necesitas ayuda en algo, lo que sea, cuenta conmigo.

Ramiro levantó la mirada un segundo.

—¿No te importa? —preguntó Lara, incapaz de ocultar su asombro.

Ramiro se quitó los lentes y se frotó el entrecejo, como si la pregunta le cansara.

—¿Y no es mejor así?

—Además, escuché que el presidente de Grupo Montoya, Jacobo, también está interesado en Micaela. Dicen que hasta con el Sr. Gaspar, su ex, sigue sin aclarar las cosas. La verdad, parece que está jugando con todos, ¿no crees?

El tono de Lara estaba cargado de resentimiento.

De pronto, Ramiro la miró fijamente, con una mirada que cortaba como navaja.

—Lara, no te toca a ti juzgar qué clase de persona es Micaela.

El reproche le cayó como un balde de agua helada. Podía ignorar lo que otros decían, pero que Ramiro la señalara así le dolió de verdad, como si le hubieran dado una puñalada.

—Entendido —musitó Lara y salió de la oficina, tragándose su enojo. Afuera, seguía sin entender: ¿por qué todos los hombres exitosos orbitaban alrededor de Micaela?

¿Qué tenía Micaela que hacía que incluso Ramiro la defendiera así? Hasta el mayor de la base militar había caído bajo su encanto.

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