Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 437

La mansión Ruiz estaba tranquila esa tarde. Quintana se quedó en la sala jugando con su nieta en el sofá, mientras en la cocina preparaban algunos de los platillos favoritos de Pilar. Gaspar, por su parte, se encontraba en el estudio del segundo piso, revisando asuntos pendientes del trabajo.

Adriana había salido a cenar con unas amigas, así que Florencia aprovechó para observar con cariño a su bisnieta. No podía evitar pensar lo linda que se estaba poniendo la niña, cada día más parecida a su madre.

La cena estuvo lista a las seis y media.

Gaspar bajó las escaleras ya vestido con ropa cómoda, y fue directo al sofá donde Pilar jugaba. Tomó de la mano a su hija y la llevó hasta la mesa del comedor. Con mucho cuidado, le puso un babero para que no se ensuciara.

—Pilar, me dijeron que fuiste con tu mamá a la base, ¿te divertiste? —preguntó Florencia, curiosa.

Pilar abrió mucho los ojos y asintió entusiasmada.

—¡Sí, abuelita! El señor Franco me ayudó a atrapar un montón de luciérnagas, y hasta me dejó sentarme en un tanque de verdad.

Quintana, que justo estaba sirviendo la sopa de cebolla, se detuvo en seco.

—¿Señor Franco? ¿Cuál señor Franco es ese?

Gaspar intervino con tono sereno.

—Alguien con quien Micaela trabaja.

—El señor Franco es muy guapo y muy chévere —interrumpió Pilar, casi gritando de emoción.

Gaspar bajó la mirada, y su expresión se volvió más seria por un instante, pero enseguida se recompuso. Tomó un muslo de pollo y lo puso en el plato de su hija, hablando con suavidad.

—Pilar, ahora come bien, ¿sí?

—Papá, ¿puedo agarrarlo con la mano?

Gaspar asintió. Quintana miró a su hijo con cierta duda y preguntó, tanteando el terreno:

—¿Micaela está saliendo con alguien nuevo?

Gaspar contestó con voz cortante:

—Mamá, eso es asunto de ella.

Florencia también lo miraba con curiosidad. Pensando en lo bien que le iba ahora a Micaela, no le sorprendía que tuviera pretendientes. Al pensarlo, le lanzó a su nieto una mirada de reproche.

Quintana ya no preguntó más. Había algo que siempre quiso aclarar con su hijo: cuando él dividió esas ocho empresas y las puso a nombre de Micaela, ¿cuál era su verdadera intención?

...

Después de cenar, Quintana sacó a pasear a Pilar por el jardín. Pilar levantó la vista al cielo nocturno, que no tenía ni una estrella a la vista.

—Abue, ¿por qué aquí en la casa no se ven estrellas?

—¿Y dónde viste estrellas tú?

—En el terreno del señor Franco. Ahí sí vi un montón.

—¿En el terreno del señor Franco? —repitió Quintana, sorprendida.

—Sí, él dice que esa base es toda suya —dijo Pilar, con la inocencia brillándole en los ojos.

Quintana se quedó pensativa. ¿Qué tanto poder debía tener para decir que la base entera era suya? Ahora entendía por qué la última vez, cuando mencionó la idea de que Gaspar y Micaela se reconciliaran, Micaela se negó de inmediato. Resultaba que la gente con la que ella se relacionaba ahora era de otro nivel. Quintana suspiró por dentro: lo de reunir a su hijo y a Micaela ya lo veía como un sueño lejano.

...

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