Entrar Via

Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 444

Micaela también entendía por qué él le pedía disculpas. Sonrió levemente.

—No te preocupes.

Su expresión tranquila hizo que Jacobo se sintiera aún más culpable. Sabía muy bien que lo que había hecho ese día no había sido nada limpio.

—Me voy adelantando, puedes regresar ya —le dijo Micaela, mientras abría la puerta del carro y subía.

Jacobo se inclinó un poco y le advirtió:

—Maneja con cuidado.

El carro de Micaela salió del estacionamiento. Jacobo soltó un suspiro apenas audible, pero justo en ese momento, una voz lo llamó desde atrás.

—¡Jacobo, tienes un momento? ¿Podemos platicar?

Era Adriana, quien había llegado en su carro. Ella llevaba tiempo queriendo hablar en persona con Jacobo sobre el tema del matrimonio entre sus familias, pero él siempre estaba ocupado y no lograba verlo. Así que, al ver la oportunidad, decidió no dejarla pasar.

Jacobo se giró y vio a Adriana, que tenía el rostro ligeramente sonrojado por la timidez. Ya podía adivinar de qué quería hablar.

Sin esperar a que ella dijera nada, Jacobo miró su reloj y abrió la puerta de su carro.

—Adriana, tengo cosas que hacer.

Adriana, que hace un momento apenas podía juntar valor para hablar, se alarmó al verlo a punto de irse, y le soltó de golpe:

—Jacobo, lo de nuestras familias... el matrimonio...

Jacobo la interrumpió de inmediato:

—Adriana, no me interesa un matrimonio arreglado.

—Pero... —Los ojos de Adriana se llenaron de lágrimas—. ¿Es por Micaela? ¿Te gusta tanto?

—No tiene nada que ver con nadie. No quiero usar el matrimonio para conseguir beneficios —respondió Jacobo, sereno.

—Sé que es por ella. ¿Qué tiene Micaela que yo no tenga? ¿Por qué siempre la prefieres a ella? —preguntó Adriana, apretando los labios, con el dolor y la rabia marcados en la mirada.

—Adriana. —La voz de Jacobo se volvió más cortante—. Por la relación de nuestras familias, no quiero lastimarte. Pero no metas a Micaela en esto.

Adriana sintió como si le hubieran clavado un puñal en el pecho. Jacobo siempre decía que no quería involucrar a Micaela, pero al final, él la estaba defendiendo.

¿Eso significaba que, si alguien se atrevía a mencionar a Micaela, Jacobo ya no iba a ocultar su rechazo?

—Tengo una reunión, me voy —dijo Jacobo, y sin darle oportunidad a Adriana de responder, se subió a su carro y se marchó.

Gaspar, con los brazos cruzados, se mantenía sentado, mientras el representante de Biotech Horizonte lanzaba miradas cuidadosas, atento a la expresión de aquel magnate de los negocios.

La negociación había estado tensa hasta el final, y todavía quedaba un pago pendiente que solo se efectuaría después de la transferencia de las patentes. Por eso, en Biotech Horizonte no querían que hubiera ningún problema.

Micaela revisaba los datos en el contrato, con la concentración de una maestra revisando exámenes.

Los rayos del sol atravesaban los ventanales, iluminando el perfil de Micaela. Parecía una flor blanca, discreta pero imposible de olvidar.

Dejó los documentos a un lado. En ese momento, una mano elegante y bien formada los tomó para revisarlos.

Micaela frunció ligeramente el entrecejo, pero no levantó la vista.

Gaspar le preguntó al representante de Biotech Horizonte:

—¿No hay problema con los derechos de uso de estas patentes?

El representante limpió el sudor de su frente y respondió:

—Puede estar tranquilo, señor Gaspar. Todo está en orden, los derechos de uso pasarán a su laboratorio, como se acordó.

Gaspar asintió y no dijo nada más.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Divorciada: Su Revolución Científica