Micaela apenas se había ido hacía dos minutos cuando el bolso a su lado comenzó a sonar. Pilar, curiosa, se bajó de la silla y corrió a buscar en el bolso de su mamá.
Encontró el celular de Micaela, que no dejaba de sonar. Pilar miró la pantalla y le preguntó a su papá:
—Papá, ¿quién le está llamando a mamá?
Gaspar entrecerró los ojos y de un vistazo notó el nombre en la pantalla: Anselmo Villegas.
Su expresión se endureció un poco. Justo en ese momento, Micaela regresó. Al ver a su hija con el celular sonando en la mano, caminó rápido hacia ella.
—Mamá, alguien te está llamando —avisó Pilar.
Micaela vio quién era y le sonrió a su hija.
—Mamá va a contestar una llamada, ¿sí?
—¡Sí! —Pilar pensó que era algo de trabajo.
Micaela tomó el celular, salió del salón y contestó en el pasillo.
—Micaela, feliz Día de Muertos —le llegó la voz animada de Anselmo del otro lado.
—Feliz Día de Muertos —respondió Micaela con una sonrisa.
—¿Ya cenaste?
—Justo ahora estoy comiendo con Pilar.
—¿La peque ya creció un poco más? —preguntó él.
—No sólo creció, también subió de peso —respondió Micaela, divertida.
Anselmo se rio.
—Hasta gordita se ve muy linda. Oye, ya me aprobaron los días del puente de noviembre, tengo cinco días libres.
Micaela lo felicitó:
—¡Qué bien! Así podrás descansar un poco.
—¿Nos vemos en esos días? —propuso Anselmo, y enseguida aclaró apresurado—: ¡Tranquila, no es con otra intención! Sólo entre amigos, para cenar.
Micaela pensó en el proyecto del nuevo medicamento. No estaba segura de poder sacar tiempo.
Le explicó su situación y Anselmo no la presionó.
—No te preocupes, tú avísame si puedes.
—Está bien —respondió Micaela.
En ese momento, la puerta del salón se abrió y Gaspar salió, llevando de la mano a Pilar. Al ver a Micaela conversando tan animada, la miró con una expresión difícil de descifrar.
Así que, además de trabajar en Villa Fantasía, también tenía tiempo para salir con otros.
—Mamá, tengo las manos pegajosas. Papá me va a llevar a lavarlas —anunció Pilar.
Gaspar la llevó rumbo al baño.
Micaela regresó al salón y justo cuando iba a servirse algo, escuchó el zumbido del celular que Gaspar había dejado sobre la mesa.
Al alzar la vista, distinguió el nombre “Samanta” en la pantalla.
El celular vibró varios segundos y luego se detuvo, pero enseguida llegaron cuatro o cinco mensajes seguidos. Parecía que Samanta le estaba enviando fotos.
Un rato después, Gaspar volvió con Pilar, pero no tocó su celular. Micaela, por su parte, ya estaba deseando irse.
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