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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 568

La última vez que platicó con Samanta en casa, supo que ella seguía absorbida por el trabajo, viajando al extranjero para presentaciones, y que casi no convivía con Micaela y Gaspar como antes. Comparado con el tiempo que Micaela y Gaspar pasaban juntos, lo de Samanta no era nada.

Lara pensó que quizá debía advertirle a Samanta que no descuidara tanto a Gaspar, no fuera a ser que Micaela, aprovechando lo laboral, terminara seduciéndolo de vuelta.

Al regresar a la oficina, Lara marcó el número de Samanta.

Le contó todo lo que había notado. Al otro lado de la línea, Samanta guardó silencio un momento antes de decir:

—Parece que tendré que buscar a Micaela para platicar.

—¿Solo platicar? ¿No crees que deberías ponerle un alto de verdad? —soltó Lara, indignada, incluso siendo la tercera en discordia sentía que esto ya era demasiado. Si hubiera sido su novio, ya habría explotado.

—A Gaspar no le gusta que yo y su ex esposa terminemos a gritos —contestó Samanta con voz resignada.

Lara tardó en reaccionar, pero entendió: Gaspar era alguien que valoraba mucho su imagen, y si Samanta y Micaela armaban un escándalo, él sería el más afectado.

—De todos modos, ten cuidado. Gaspar es muy codiciado —advirtió Lara antes de colgar.

...

Al atardecer.

Micaela llegó puntual a la escuela. Cuando entró para recoger a su hija, la maestra Érika se le acercó apresurada.

—Señorita Micaela, Pilar está practicando el piano, y la señorita Samanta vino a verla.

A Micaela se le cortó el aire. ¿Otra vez Samanta aquí?

—La señorita Samanta ya no trabaja como asesora en nuestra escuela, solo vino a ver a Pilar porque tenía tiempo hoy. Parece que está muy pendiente de ella —explicó la maestra, con tono neutral.

Micaela no podía reclamarle nada a la maestra, así que se dirigió rápido al salón de piano. Escuchó el sonido de las teclas y la voz de Samanta acompañando a su hija.

Empujó la puerta y Pilar levantó la vista, sonriente:

—¡Mamá, llegaste!

—Pilar, sigue practicando, ¿sí? Quiero platicar un momento con tu mamá —pidió Samanta con una sonrisa amable.

Pilar asintió y continuó con el piano. Samanta se acercó a Micaela.

—Micaela, ¿podemos platicar un momento?

Micaela sacó su celular.

—Tienes un minuto para largarte, o llamo a la policía en este instante.

La sonrisa de Samanta se congeló.

—Micaela, no vengo con mala intención.

—¿Te acercas a mi hija siendo la amante de su padre y dices que no tienes mala intención? No tengo problema en hacer público todo esto, que todos vean el papel que jugaste en mi matrimonio.

El gesto de Samanta se endureció.

—Micaela, también te advierto: deja de usar tu trabajo como excusa para acercarte a Gaspar —le soltó, con pausa—. Lara ya me contó todo, no creas que me engañas.

—¿Estás bien?

Micaela forzó una sonrisa.

—Sí, gracias.

Jacobo bajó la voz.

—Si vuelve a acercarse a Pilar, puedes avisarle a Gaspar. Él sí le pone límites.

Micaela asintió y fue por su hija.

Jacobo se quedó pensativo. Recordaba la primera vez que vio a Samanta, hacía cinco años, cuando Gaspar la llevó a una fiesta en Costa Brava para presentarla a los directivos de una escuela de arte. Luego Jacobo regresó al país y tomó un puesto de gerente en la empresa, dejando de verla casi por completo. Lionel Cáceres había invertido en un desarrollo en Costa Brava y construyó una finca privada, donde cada año invitaba a su círculo de amigos a una reunión.

Cada año, ahí estaba Samanta. Gaspar y Lionel la protegían mucho. Gaspar no dejaba que Samanta tomara alcohol, y ella siempre probaba su paciencia, entre miradas y juegos que a todos les resultaban obvios.

Samanta estaba obsesionada con Gaspar, a pesar de que él tenía familia, y Lionel se había vuelto su admirador secreto.

La verdad...

Desde la primera vez que la vio, Jacobo notó en los ojos de Samanta ese deseo de acaparar la atención de todos los hombres exitosos, incluyéndolo a él. Pero Jacobo siempre marcó su distancia desde el inicio.

Los hombres, frente a una mujer atractiva, a veces pierden la cabeza. Si uno no tiene las ideas claras, es fácil caer, como Lionel, que sigue ahí de “plan B” sin darse cuenta.

En cuanto a Gaspar... él siempre fue exigente con las mujeres, nunca se conformaba con cualquier cosa.

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