Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 621

Gaspar Ruiz se quedó parado frente a la entrada de la casa, el viento nocturno le acariciaba el rostro tenso. Se giró para mirar la ventana iluminada del segundo piso, luego abrió la puerta del carro y se acomodó en el asiento del conductor.

En la habitación del segundo piso, Micaela Arias yacía de lado junto a su hija. De vez en cuando, le tocaba la frente a Pilar Ruiz. Por fortuna, Pilar no tenía fiebre alta, así que no parecía una infección viral aguda, solo un resfriado común. Mientras su sistema inmunológico aguantara, su cuerpo podría bajarle la fiebre solo.

Sin embargo, el recuerdo de la operación de lavado de pulmones de su hija, hacía dos años, no la dejaba tranquila. Aunque sabía, desde el punto de vista médico, que fue un procedimiento menor, esa vez fue la mejor opción para eliminar la mucosidad de los pulmones de Pilar.

Sumida en pensamientos dispersos, Micaela terminó quedándose dormida.

...

A mitad de la noche, Pilar se atoró con su propia saliva y tosió. Micaela se despertó de inmediato y revisó cómo estaba su hija.

Al notar que la temperatura de Pilar había bajado, por fin pudo respirar aliviada; la fiebre se estabilizaba.

Micaela se levantó para bajar a tomar un poco de agua. Al llegar a la planta baja, escuchó a Pepa, el perrito, lloriqueando en la puerta. Micaela se detuvo un instante, recordando que Gaspar seguía esperando en el carro afuera.

Aunque no tenía muchas ganas de hablar con él, tampoco quería que siguiera ahí afuera. Tomó su celular y le mandó un mensaje.

[Pilar ya está bien, la fiebre bajó. Puedes irte a casa.]

[De acuerdo. Si pasa algo, márcame.] —respondió Gaspar.

Poco después, se oyó el sonido del motor del carro encendiéndose en la calle.

Sofía, que había escuchado el ruido, se puso una chamarra y salió al pasillo. Al ver a Micaela tomando agua en la sala, le preguntó con preocupación:

—¿Pilar sigue con fiebre?

—Ya se le bajó —contestó Micaela.

—Menos mal, yo solo pensaba en lo peor... —murmuró Sofía, recordando la crisis de hace dos años que también la había asustado muchísimo.

Antes de que Micaela dijera algo más, Sofía soltó:

—Señora, el señor aún no sabe nada de la operación que le hicieron a Pilar, ¿verdad?

—Eso ya quedó atrás, no hay necesidad de decírselo —replicó Micaela con calma.

Sofía se quedó callada, aliviada de no haberlo mencionado antes, pues sabía que podría haber causado un problema innecesario para Micaela.

...

A la mañana siguiente, la fiebre de Pilar desapareció por completo y se le veía mucho más animada.

Micaela pidió permiso en el trabajo para quedarse en casa. Observaba a su hija brincar sobre la cama llena de energía.

—Mamá, ¿hoy sí voy a la escuela? —preguntó Pilar, parpadeando con sus grandes ojos.

Micaela se acercó, le tocó la frente y confirmó que estaba bien.

—No, mi amor, mejor descansa un par de días más. Yo me quedo contigo en casa.

—¡Bueno! ¿Y papá va a venir a verme? —dijo Pilar, llena de ilusión.

Las manos de Micaela se detuvieron un segundo mientras arreglaba las sábanas. Gaspar le había escrito esa mañana preguntando por Pilar, pero ella le dijo que no hacía falta que viniera.

—Tu papá anda ocupado con el trabajo...

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