Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 688

Micaela alzó la vista y, efectivamente, por la ventana podía ver cómo empezaban a caer copos de nieve. Bajo la luz de la calle, el espectáculo se veía aún más impresionante, como si el mundo entero se hubiera cubierto de pequeños diamantes.

Gaspar y Pilar discutían qué iban a pedir para cenar. Gaspar, siempre paciente, le explicaba a su hija el menú, señalando cada platillo con una sonrisa. Mientras ellos conversaban, Micaela ya había terminado de elegir lo que quería comer.

Justo después de hacer su pedido, el celular de Gaspar vibró sobre la mesa. Él le echó un vistazo a la pantalla y se levantó diciendo:

—Voy a contestar una llamada, regreso en un momento.

Mientras tanto, Micaela aprovechó el momento para sacar su celular y tomarle unas fotos a Pilar, quien posaba con una expresión dulce y traviesa. De pronto, la niña se quedó mirando fijamente hacia la mesa de al lado. Allí, otra niña tenía frente a ella un helado de forma peculiar. Pilar lo observó con atención, como si en sus recuerdos ya hubiera probado algo así.

—¿En qué piensas, Pilar? —preguntó Micaela, intrigada por el silencio repentino de su hija.

—Mamá, yo ya he comido un helado como ese —contestó Pilar, con la mirada perdida en el postre de la otra niña.

Las palabras de su hija hicieron que a Micaela se le tensara el semblante. Ese tipo de helado solo lo servían en un restaurante de Costa Brava; en su país no había nada igual. Así que era evidente: Gaspar había llevado a Pilar y a Samanta a ese lugar, y la experiencia se había grabado en la memoria de su hija.

Micaela notó cómo Pilar seguía girando la cabeza para mirar el helado, y el corazón se le apretó. No pudo evitar sentir cierta compasión.

—Pilar, si tienes ganas de comerlo, podemos pedir uno. Pero quiero que lo comamos juntas, ¿de acuerdo?

—¡Sí, mamá! Vamos a compartirlo —respondió la niña, iluminándosele el rostro.

Micaela llamó al mesero y pidió exactamente el mismo helado. Cuando llegó, madre e hija empezaron a comerlo juntas, compartiendo risas y miradas cómplices.

A los pocos minutos, Gaspar volvió a la mesa. Se acomodó en su lugar justo a tiempo para ver cómo Pilar y Micaela compartían el helado, disfrutando de ese momento especial.

—Mamá, tienes crema en la boca —soltó Pilar entre risas, señalando el borde de los labios de su madre.

Micaela estuvo a punto de tomar una servilleta, pero, por instinto, se lamió la boca y se limpió con la mano.

En ese instante, Gaspar la miró fijamente y le alcanzó una servilleta.

Micaela no tenía intención de aceptarla, pero Pilar la tomó por ella y se la entregó con una sonrisa.

—Mamá, aquí tienes.

Capítulo 688 1

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