En el país, aunque Jacobo eliminó la publicación rápidamente, Adriana seguía todo lo que él hacía en redes sociales. En ese momento, se encontraba sentada en el sofá, mirando incrédula la captura de pantalla que había guardado.
Era la segunda vez que Jacobo subía algo a sus historias, y otra vez era por Micaela.
La vez anterior, había sido una foto cocinando pasta por la noche; ahora, estaban juntos de viaje en el extranjero.
Adriana no podía apartar la mirada de la pantalla, sus dedos casi se clavan en el celular de la furia. Sabía que su hermano mayor había acompañado a Micaela en un viaje de trabajo en Costa Brava, pero no tenía idea de que Jacobo también los había acompañado. Y ahora, su hermano ya estaba de regreso, pero Micaela y Jacobo seguían allá, paseando con los dos niños.
Por las fotos de Jacobo era claro: los cuatro estaban juntos en Aldea Escondida, disfrutando como si fueran una familia.
En la imagen, Micaela y los niños aparecían sonrientes. Pero lo que de verdad le ardía a Adriana era el mensaje que Jacobo había escrito, como si de verdad fueran una familia feliz.
—¡Cualquiera pensaría que son una familia de verdad! —murmuró con rabia.
Sentía el pecho apretado, y la envidia le quemaba por dentro. Ya le había molestado saber que su hermano mayor acompañaba a Micaela en ese viaje, pero jamás pensó que lograría que Jacobo saliera del país solo para distraerse con ella.
—¡Qué bien se las arregla! —bufó Adriana, apretando los dientes.
Un simple viaje de trabajo y ya tenía a dos hombres girando a su alrededor. Por suerte, pensó, su hermano mayor había regresado en cuanto ella le llamó, sin darle a Micaela oportunidad de presumir.
En cuanto a Jacobo, ¿qué le habrá hecho Micaela para tenerlo tan embobado? Ahora que su hermano no estaba, seguro Micaela aprovecharía para seducir a Jacobo.
Adriana ya se imaginaba toda clase de situaciones: los niños dormidos, Micaela escabulléndose al cuarto de Jacobo. ¿Sería posible que ellos ya hubieran cruzado la línea?
Seguro que Micaela también tenía sus necesidades, pensó. Si ya llevaba dos años divorciada de su hermano, y él ahora estaba con Samanta, era lógico que Micaela buscara a otro, como Jacobo.
Esa idea fue creciendo en su cabeza, volviéndose cada vez más fuerte. Estaba convencida de que Jacobo era tan leal porque Micaela también le entregaba algo a cambio.
Entonces, sin poder contenerse más, Adriana rompió en llanto. El dolor de sentirse rechazada la invadía por completo.
Mordiéndose los labios, se conectó rápidamente a su cuenta y publicó la captura que Jacobo había borrado, escribiendo: [Algunas personas no pueden esperar ni un poco después del divorcio para buscar a alguien mejor. Llevan a sus hijos para seducir a otros. ¡Qué asco!]
...
Esa publicación fue vista en el aeropuerto por Enzo, quien estaba a punto de abordar. Como parte de la familia Ruiz, siempre estaba al tanto de lo que pasaba. Al leer el mensaje, supo perfectamente que Adriana estaba hablando de Micaela.
Pensó que, si los medios llegaban a ver eso, la reputación de Micaela podría verse muy afectada. Sin perder tiempo, llamó a Gaspar.
—¿Bueno?
—Señor Gaspar, hace unos minutos la señorita Adriana publicó algo que podría afectar la imagen de la señorita Micaela —explicó Enzo, y de inmediato le mandó la captura.
Gaspar, que acababa de regresar al país y tenía días trabajando hasta tarde, iba de camino a casa cuando vio la publicación de Adriana y la foto que Jacobo había subido antes. Su expresión se volvió complicada por unos segundos y de inmediato le llamó a Adriana.
—¿Qué pasa, hermano?
—Borra esa publicación ahora.
Adriana contestó con voz dolida:
—¿Por qué tengo que borrarla? Es cierto que ella anda detrás de Jacobo. A lo mejor ya están juntos en el extranjero, durmiendo en...
—¡Cállate! —la interrumpió Gaspar con voz dura—. Borra esa publicación, te lo digo en serio.
—¡No quiero! Todos deben saber qué clase de persona es ella. ¿Acaso ser científica la hace especial?
Adriana colgó.
Gaspar masajeó su frente, exhausto, y le ordenó al chofer:
—Acelera, quiero llegar a casa ya.

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