Gaspar siempre había puesto a su familia por encima de todo. Para él, su familia era lo más importante y nada cambiaba eso. Pero lo que hizo hoy... definitivamente no era propio de él.
—La peor de todas es Micaela —espetó Adriana, alzando la mirada de golpe—. Cuando llegó Jacobo, ella se lanzó directo a sus brazos, y justo delante de mí se puso a abrazarlo y coquetearle. —Se sonó la nariz y apretó los dientes—. Todo lo hizo para provocarme, lo sé. Sabe perfectamente cuánto me gusta Jacobo y aun así, se le pega en la cara mía y de mi hermano.
—No solo me repugnó a mí, también a mi hermano —agregó Adriana, el rencor chispeando en sus ojos.
—¿Y tu hermano qué hizo? —preguntó Samanta, con la curiosidad asomando en su voz.
—¿Qué podía hacer él? Ya es su exesposa, lo que haga o con quién se abrace ni le afecta —contestó Adriana, aunque en el fondo, ni siquiera había alcanzado a ver la reacción de Gaspar, porque en ese momento los celos la estaban consumiendo.
—Si acaso, lo único que habrá sentido mi hermano es asco. Digo, Jacobo es su super amigo y su exesposa se le arrima... ¿tú crees que eso le va a gustar? —aventó una risa seca.
Samanta bajó la voz, con un tono más serio.
—Adriana, mejor ya no busques problemas con Micaela. Eso solo va a poner a tu hermano en una situación muy incómoda. Acuérdate que Micaela tiene en sus manos la clave de la empresa de tu hermano. Ella es muy importante para él, al menos en el trabajo.
Al escuchar esas palabras, a Adriana le ardió aún más el coraje.
—¿O sea que ahora Micaela es más importante para mi hermano que yo, su propia hermana?
—No va por ahí —apresuró Samanta a tranquilizarla—. Lo que quiero decir es que Micaela es la que le ayuda a ganar dinero. Tú sabes lo difícil que es encontrar gente tan buena en investigación.
De inmediato, Adriana se sintió mucho mejor.
—Tienes razón. Para mi hermano, Micaela no es más que una máquina de hacer dinero. ¿A poco la va a tratar como si fuera oro puro?
Samanta soltó una leve carcajada.
—Ya ves, así que deja de llorar y tampoco le eches la culpa a tu hermano. Mejor dile que te arrepientes.
Adriana parpadeó, sorprendida.
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