Alrededor de las once, después de más de dos horas y media, la reunión por fin llegó a su fin.
El presentador invitó a todos los invitados y periodistas a dirigirse hacia el restaurante tipo bufé, donde se ofrecería el almuerzo.
Micaela tomó su bolso y se levantó. Jacobo se acercó a ella y le dijo:
—Aparté mesa en un restaurante, ¿me acompañas a almorzar?
Micaela lo miró sorprendida.
—¿Cuándo reservaste restaurante?
—Le pedí a mi asistente que lo hiciera, justo enfrente del hotel. No es que diga que el bufé del hotel esté mal, pero hay demasiada gente —explicó Jacobo con una sonrisa.
Micaela lo pensó un momento. La verdad, había mucha gente hoy. Asintió.
—Está bien.
En la entrada del salón, Gaspar estaba despidiendo al director Ismael y al alcalde Villegas, quienes ya se marchaban.
—Gaspar, la próxima vez que vayas a Villa Fantasía, no olvides avisarme para invitarte a comer —el director Ismael le dio una palmada en el hombro, con una expresión de aprecio.
—Por supuesto, director Ismael, que le vaya bien —Gaspar los acompañó hasta la salida. Al girar, de reojo vio a Jacobo y Micaela caminando juntos.
Jacobo se mostraba muy caballeroso, protegiendo a Micaela entre la multitud. Ambos platicaban y reían, como si el mundo fuera solo de ellos.
Gaspar los observó durante unos segundos, sus ojos tras los lentes se volvieron difíciles de descifrar.
—Señor Gaspar, sobre los medios… —Enzo se acercó a consultarle.
—Diles que vayan a almorzar primero —interrumpió Gaspar—. Yo iré más tarde.
Tras decir esto, Gaspar ajustó las mangas de su saco y se dirigió hacia Jacobo y Micaela.
Jacobo fue el primero en notarlo y habló con naturalidad.
—Gaspar, voy a acompañar a Micaela al restaurante de enfrente para almorzar. Nos ponemos en contacto más tarde.
Gaspar se acomodó los lentes, incómodo por no estar acostumbrado a usarlos.
—Justo tengo un almuerzo privado en el último piso. ¿Por qué no se unen? —sugirió.
Antes de que Jacobo pudiera contestar, Micaela respondió con voz cortante:
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