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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 811

—Hace rato me encontré con la señorita Adriana en el vestíbulo, ya viene para verte.

Samanta se quedó pensativa por un segundo y una leve sonrisa se dibujó en sus labios rojos.

En ese momento se escucharon los toques de Adriana en la puerta, pero Samanta no respondió. Sin embargo, Adriana no esperó y abrió la puerta, entrando con paso decidido.

Justo iba a decir algo, pero se dio cuenta de que Samanta parecía concentrada viendo algo. No pudo evitar sentir curiosidad y se acercó sigilosamente al borde de la cama, con intenciones de bromear.

—Samanta, ¿qué estás viendo?

Samanta se sobresaltó y su celular cayó sobre la cobija. Rápida, intentó agarrar el celular para evitar que Adriana lo viera.

—Adriana, no veas.

Adriana no tenía intención de mirar, pero con la reacción de Samanta la curiosidad se le encendió.

—¿Qué cosa no me dejas ver, Samanta?

Cuando Samanta levantó el teléfono, el video seguía reproduciéndose. Adriana, echando un vistazo, alcanzó a ver a Micaela recargada en los brazos de un hombre. Sin pedir permiso, le arrebató el celular a Samanta y regresó el video al principio para verlo completo.

Cuando terminó de verlo, una expresión de desagrado se reflejó en los ojos de Adriana.

—No se lo cuentes a tu hermano. No quiero que esto lo afecte —le pidió Samanta, recuperando el celular apresurada—. Además, no digas que lo viste en mi celular. Mi hermana me lo envió, no quiero que le cause problemas.

Adriana soltó una risa sarcástica.

—¿Crees que algo así puede afectar a mi hermano? Más bien le daría asco.

—De todos modos, Adriana, no le digas a tu hermano, ¿sí? Y tampoco digas que fue por mi celular. Mi hermana me lo mandó, no quisiera que la metieras en líos.

—Tranquila. Aunque se lo mandara, mi hermano ni caso le hace. Si Micaela quiere tirarse a los brazos de cualquier tipo, es su problema —Adriana hizo un gesto de fastidio—, mientras no ande detrás de mi hermano, me da igual.

Aun así, Samanta insistió, buscando una promesa.

—Adriana, ¿me lo prometes? ¿No vas a decirle nada a tu hermano?

—Es que Pilar vive con ella. Y yo solo espero que, por el bien de Pilar, puedan tener una vida tranquila.

Adriana siempre supo que Samanta era buena con su sobrina. Al escuchar esas palabras, pensó que era una mujer generosa y sencilla, tan agradable que hasta ella misma la apreciaba.

...

En ese momento, el video que Samanta había enviado a Lionel se había convertido en una especie de tormento mental para él. Mientras conducía rumbo a la empresa, no podía dejar de pensar en el asunto; mientras más lo pensaba, más coraje sentía, y más creía que Jacobo no merecía algo así.

Para Lionel, estaba claro que Micaela aceptaba el cortejo de Jacobo, al menos eso parecía. Entonces, ¿por qué de repente se veía tan cariñosa con otro tipo? ¿Qué clase de juego era ese?

Al llegar a un semáforo, la incomodidad lo sobrepasó. Dio un volantazo y se dirigió directo a Grupo Montoya.

Sentía que una llamada telefónica no bastaba para este asunto. No, tenía que ir en persona, enfrentar a Jacobo y hablarle claro, tal vez hasta abrirle los ojos.

Lionel entró al lobby del Grupo Montoya. La recepcionista lo recibió enseguida, pero él solo agitó la mano.

—Voy a buscarlo yo mismo.

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