—¿Y qué dijo él?
—Prometió que va a mantener el precio de las acciones estable, y hasta comentó que podría duplicar el valor de Grupo Báez en la bolsa —la voz de Néstor traía un dejo de adulación—. ¡Samanta, de verdad que Gaspar contigo sí se luce!
—Papá, entonces dedícate bien a la empresa, ¿sí? Ya no la vayas a regar de nuevo —le soltó Samanta, con un tono indiferente.
Las palabras de su hija mayor le cayeron a Néstor como un balde de agua fría. No podía evitar sentirse incómodo: su hija, aprovechando la posición de Gaspar como futuro yerno, se atrevía a darle lecciones a su propio padre.
—No te preocupes —alcanzó a decir Néstor, aunque en el fondo pensaba que, después de todo, Samanta era solo su hija ilegítima, y tal vez ni siquiera lo consideraba su verdadero padre.
Aun así, mientras lograra que ella mantuviera bien agarrado a Gaspar, estaba dispuesto a tolerar esos desplantes.
...
En el laboratorio, Micaela miró el reloj: ya era hora de recoger a su hija, pero el experimento en el que estaba metida no le permitía moverse.
Tomó su celular y marcó el número de Gaspar.
—¿Bueno? —la voz de Gaspar sonó cansada y profunda al otro lado de la línea.
—No puedo salir ahora, ¿puedes ir por Pilar?
—Claro. Tú sigue con lo tuyo, yo me encargo de Pilar Ruiz —respondió Gaspar, sin dudar.
Micaela estaba a punto de colgar cuando escuchó la voz de Gaspar, más suave:
—Te cuidas, ¿sí? No te—
Sin dejarlo terminar, Micaela ya había cortado la llamada.
En el pasillo del hospital, Gaspar observó la pantalla del celular, sorprendido por la rapidez con la que lo habían dejado hablando solo. Luego respiró hondo, guardó el aparato y regresó al cuarto, donde su hermana y su madre lo esperaban.
—Voy por Pilar. Más tarde regreso a verlas —avisó.
Damaris y Adriana entendieron de inmediato que era Micaela quien estaba ocupada en el laboratorio y por eso Gaspar debía ir por la niña. A ambas les revolvió el pecho una sensación de culpa.
Apenas se fue su hijo, Damaris suspiró largo:
—Le debemos demasiado a Micaela...
Adriana mordió su labio rojo, preocupada.
—Mamá, ¿tú crees que Micaela todavía esté dispuesta a volver con mi hermano?
Damaris se quedó pensando un momento, luego negó con la cabeza. Con lo increíble que era Micaela, pretendientes no le iban a faltar. Dudaba que su hijo tuviera todavía una oportunidad.
...

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