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Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 935

Gaspar contemplaba los ojos de Micaela, tan claros y profundos bajo la luz, y asintió despacio.

—Sí.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —preguntó Micaela, sin apartar la mirada. Su tono no era de reproche, más bien sonaba a una verdadera inquietud.

—Vamos a mi casa. Ahí te contaré todo lo que quieras saber —dijo Gaspar, su voz baja y seria, dejando claro que no quería hablar de ese tema en el pasillo.

Micaela volteó el rostro, claramente disgustada, incluso un poco fastidiada.

Gaspar entonces la miró con intensidad, como queriendo atravesar sus barreras.

—Mira, a esa casa solo han entrado Adriana y yo. Nadie más —dejó caer, con la intención de que Micaela supiera que Samanta jamás había estado ahí.

—Y además, hoy ya te dije que entre ella y yo...

Micaela lo interrumpió con frialdad, levantando la cabeza:

—Lo que pase entre ustedes no me interesa. Solo quiero hablar de mi papá y de ti.

Gaspar se quedó callado un segundo, sus ojos no la soltaban.

—Está bien, vamos. Te contestaré todo lo que quieras saber —aceptó, y se encaminó hacia el elevador. Micaela, después de dudar un instante, terminó por seguirlo.

...

Cuando Gaspar abrió la puerta de su departamento y encendió la luz, el estilo minimalista y moderno se impuso de inmediato. Todo en tonos gris, blanco y negro, tan pulcro y ordenado que parecía casi imposible que alguien viviera ahí.

Solo un rincón, donde había un corralito con juguetes de niños, rompía la frialdad del ambiente.

—No hace falta que te quites los zapatos, pasa —le indicó Gaspar.

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