Mucho tiempo atrás, una vez Debbie estaba comprando con Hayden en un centro comercial cuando vio que algo similar sucedía, alguien le pidió a un mendigo que pagara más de 100 dólares por un cargador de batería dañado. Aquella ocasión, ella actuó rápidamente y pagó la cantidad por él, a cambio, recibió un regaño de su novio, quien la culpó por su estupidez y audacia. Se preguntó si Carlos pensaba lo mismo que su ex novio.
Sin saber qué diría él, Debbie mantuvo la cabeza agachada y no lo miró a los ojos, aunque en el fondo se moría de ganas por saber lo que su esposo estaba pensando. "Amm... Gasté 830 dólares el día de hoy fueron para una pobre mujer que lo necesitaba más que yo", dijo ella.
Carlos se detuvo en seco, la miró y respondió: "Debbie, escucha, tú puedes hacer y comprar lo que quieras, lo que es mío es tuyo, estamos casados, no hay necesidad de que te asustes por lo que yo te pueda decir". Si él hubiera visto lo que estaba pasando dentro, habría hecho las cosas a su manera.
Pero su esposa seguiría siendo la buena de la historia, Carlos no habría dejado que la pareja se fuera odiando a su mujer.
El corazón de Debbie se derritió después de escuchar lo que su marido había dicho, ya sea por la parte de "puedes hacer lo que quieras", "estamos casados" o "no hay necesidad de que te asustes por lo que yo te pueda decir", ella no estaba segura. Cuando Debbie estaba en una relación con Hayden, siempre había sido cuidadosa con él y su familia. Luego de esto, ella levantó la cabeza para mirar a su esposo, como de costumbre, su rostro era tranquilo e inexpresivo, como el agua quieta.
'¿Cómo podría un hombre tan frío y de aspecto distante ser tan considerado?', dijo Debbie para sí misma.
Después, se puso de puntillas para besarlo en la mejilla, "Gracias", dijo con alegría.
Su tierno beso hizo que el corazón de Carlos cantara de felicidad, con una sonrisa, él tomó su mano y se dirigió al estacionamiento.
"No he visto a Emmett últimamente, ¿cómo está él?", Debbie preguntó de repente después de que habían subido al auto.
Su esposo la miró y respondió: "Está trabajando en otra ciudad", ella no percató nada extraño, así que simplemente asintió.
A la mañana siguiente, recibió una llamada telefónica de Jeremías, "¡Oye Jefa! ¿recuerdas la oferta de trabajo que te envió mi amigo? Le dije que no se molestara".
"¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?", respondió ella.
"No necesitas un trabajo", exclamó él.
"Sí lo necesito, así que llama a tu amigo y dile que estabas bromeando", dijo Debbie.
"¡Vamos! Tú eres la Sra. Hilton, ¿por qué necesitarías un empleo?", preguntó Jeremías. Casada con Carlos, ella tenía todo, por no mencionar más dinero del que podría gastar y aún así quería trabajar, por lo tanto, Jeremías se preguntó si había algo mal en la cabeza de
Debbie.
En realidad, ella se sentía mal por gastar el dinero de Carlos, pensó que si tenía un trabajo, quizás no se sentiría tan inútil.
"¿Qué tipo de trabajo es el que ofrecen? Me gustaría tomarlo", espetó Debbie.
"Estás buscando un trabajo de medio tiempo, ¿ cierto? Lo único que tenemos es de barista, te tiene que gustar mucho el café, ¿aún lo quieres? Pero necesito que estés segura de tu decisión, porque necesito llamar a tu esposo y asegurarme que él está de acuerdo, eso ya no depende de ti", contestó Jeremías.
"No lo llames, mi marido está muy ocupado, ¿de verdad crees que es una buena idea molestarlo? Ya te dije que quiero ese trabajo", dijo ella.
"Está bien, está bien", respondió su amigo a regañadientes.
Cuando estaba cantándola canción "PrayforYou", un hombre en la zona VIP del segundo piso se levantó del sofá con un vaso de licor en su mano. La chica no se había dado cuenta, ya que ella sólo se dedicaba a cantar con fervor, hipnotizando a la multitud con su voz de sirena, de pie junto a la ventana, Carlos la miró con duda. '¿Cuándo comenzó a cantar mi esposa aquí? ¿Por qué nadie me lo dijo?', pensó él.
Carlos ni siquiera hubiera venido a un lugar así si no tuviera que lidiar con algo importante ahí esa noche.
Sin estar consciente de que su marido la estaba mirando desde arriba, Debbie continuó cantando con felicidad, "Ruego que llegue tu cumpleaños y que nadie llame, ruego que estés volando alto cuando tu motor se pare", ella le había cantado esta canción a Carlos anteriormente, una versión de Jaron Lowenstein. Él no supo que su mujer estaba en el bar hasta que escuchó la canción, entonces vio la declaración de amor en la pantalla, al instante su rostro se endureció y se puso rígido, pareciendo una estatua de hielo viviente.
Cuando la canción se terminó, los clientes comenzaron a gritar y silbar con entusiasmo, en ese momento, alguien se acercó a Carlos y le recordó que estaba allí para firmar un contrato, así que se alejó de la ventana y fue entonces cuando volvió a la realidad.
Después de que Debbie bajó del escenario, un hombre sirvió un vaso de licor, sostuvo su trago con una mano y caminó hacia ella con un fajo de billetes en la otra. "Vamos chica, bebe este vaso de licor y todo este dinero será tuyo", espetó él.
Ella le echó un vistazo a los billetes, había menos de dos mil dólares allí para un vaso de licor. Debbie pensó que no valía la pena, así que lo rechazó.
Ella podía ganar mucho dinero en una hora simplemente cantando y el canto no le hacía daño a su cuerpo, pero el licor blanco sí. Además, beber licor era como asesinar sus cuerdas vocales y Debbie quería poder cantar bien, así que dijo que no.
El desprecio en sus ojos hizo que el hombre se sintiera ofendido, humillado e irritado, sacó un fajo de billetes más grueso y los arrojó sobre la mesa. "¡Bebe!", le ordenó él.
Ahora, había una cantidad respetable de dinero, así que ella agarró el efectivo, el vaso y sin titubear, tomó toda su bebida de un solo golpe.
El hombre estaba contento y con una siniestra burla, sirvió un segundo vaso, todos empezaron a aplaudir cuando Debbie lo terminó hasta el fondo. Kristina estaba cantando cuando vio lo que ocurría con su amiga y se preocupó por ella, entonces recordó que Jeremías también estaba allí, pero cuando volvió la cabeza, no pudo ver ningún rastro de él. Jeremías llevaba rato conversando con una chica, así que era posible que se habían marchado juntos, por lo tanto, ahora Kristina tenía que controlar la situación.

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