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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 118

José Manuel se quedó pensativo un momento, repasó la escena en su mente y luego aseguró con total certeza:

—Fue el día que fuimos a La Parrilla del Zócalo a comer. ¡Ahí mismo la vimos! Estaba sola, sentada en una de esas mesas del primer piso.

—Desde ese momento me pareció raro. ¿Por qué habría de ir sola a un restaurante tan caro, de esos que salen en las guías Michelin? Seguro nos vio llegar, se asustó y le dijo a su pareja que mejor no entrara, que se vieran en un hotel después.

—Y para que no sospecháramos nada, se quedó ahí sola todo el rato, hasta que nosotros terminamos y nos fuimos. Solo entonces se levantó y se fue.

Mientras más hablaba, más convencido estaba José Manuel de que tenía razón.

Él sabía perfectamente que Esteban sentía un rechazo absoluto por Ariana, que ni siquiera la tocaría. Pensó que, al final, las mujeres también tienen sus necesidades; por eso, decía él, Ariana terminó buscando a alguien más, traicionando a Esteban.

Esteban escuchaba en silencio, sin mostrar reacción.

Sin embargo, algo dentro de él se removía al oír que Ariana podía estar con otro. Le incomodaba, aunque no lograba entender por qué.

Se suponía que no le importaba en absoluto.

Incluso cuando sospechó que podía estar embarazada de otro, no sintió nada especial.

Entonces, ¿qué demonios estaba pasando?

José Manuel, al ver que Esteban no decía nada, pensó que sus palabras habían hecho efecto, así que insistió con más fuerza:

—Esteban, una mujer así no merece que te andes con contemplaciones. No vale la pena.

La mirada de Esteban se volvió más oscura, pero su voz se mantuvo tranquila, sin dejar entrever ninguna emoción.

—Estás exagerando. Yo no tengo pensado tenerle consideraciones.

José Manuel se animó un poco:

—¿Ah, sí? Entonces…

Esteban lo interrumpió:

—Ya te lo dije, en unos días lo vas a entender.

José Manuel frunció el ceño, molesto y curioso.

—¿Por qué tanto misterio? ¿No puedes decirme ahora?

Esteban arqueó las cejas, con una leve sonrisa burlona.

—El que se desespera no prueba el queso fundido.

Y enseguida cambió de tema:

Capítulo 118 1

Capítulo 118 2

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