José Manuel volvió a servirse otra copa de vino, la levantó y, con aire muy serio, declaró:
—Ya que no me dejas decir nada, no voy a decir nada. ¡Pero seguimos con el vino como testigo!
Esteban soltó una risa burlona.
—Si quieres seguir tomando, dilo de frente.
Apenas terminó de hablar, también levantó su copa y se la tomó de un solo trago.
—¿Todavía tienes esas fotos de las cámaras de seguridad? Las que no están editadas —preguntó el hombre después de vaciar su copa.
José Manuel se quedó un momento pensativo y preguntó:
—¿Las quieres?
—Sí.
La respuesta fue breve, su mirada no cambió en lo absoluto, seguía igual de sereno e imperturbable.
José Manuel lo entendió de inmediato.
—¿Quieres las del concesionario de carros, verdad?
Mientras hablaba, sacó su celular para buscar los archivos.
Las cámaras de la cafetería frente al Centro Empresarial Platino no tenían sentido, ya que Esteban estuvo ahí ese día, así que claramente lo que le interesaba era lo del concesionario.
En poco tiempo, José Manuel encontró el video y se lo envió. Era un fragmento de las cámaras del concesionario.
Todos esos videos los había conseguido ese mismo día, pidiendo a alguien que se los copiara, y apenas hoy le sirvieron de algo.
Aunque, para ser honestos, había arruinado todo.
Esteban tomó el celular y empezó a observar el video con atención.
Por un momento, en el rostro normalmente serio y distante del hombre apareció una expresión cálida, casi imperceptible.
José Manuel creyó que estaba viendo mal. Cerró los ojos, los volvió a abrir y notó que la expresión de Esteban ya había regresado a su acostumbrado aire impasible.
¿De verdad lo había imaginado?
Y todo por ese video que le había mandado José Manuel, una grabación del concesionario de carros.
Era apenas un clip corto, algo de veinte segundos, pero suficiente para ver con claridad a quienes aparecían.
Resultó que el hombre de mediana edad que fue con Ariana a comprar el carro aquel día era Julián, su ex suegro. Nada que ver con lo que José Manuel había insinuado: no era ningún amante.
Esteban repasó el video durante todo el trayecto. Al acercarse a Residencial Los Arcos, de pronto recordó que mañana era su cumpleaños. Cada año, Ariana le preparaba un regalo, pero él siempre lo ignoraba y la dejaba hacer lo que quisiera.
Pensando en eso, Esteban levantó la mirada y le dijo a Jesús:
—Vamos a Villas del Mirador.
Jesús se quedó desconcertado, pero respondió obediente:
—Claro, presidente Ferreira.
¿Qué le pasaba hoy al presidente Ferreira? ¡Estaba irreconocible!
Mientras daba la vuelta con el carro, Jesús se repetía mentalmente que la curiosidad había matado al gato y que mejor no anduviera de metiche.

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