—En cuanto el doctor logre curar la pierna de mi hermano, le devolveré la empresa tal como me la entregó. Hasta entonces, voy a esforzarme al máximo —dijo José Manuel, con una determinación que no se le había visto antes. En los últimos días, había regresado a Grupo Rivas para aprender a manejar los asuntos del grupo y, por fin, comprendía el esfuerzo de su abuelo y lo complicado que había sido para su hermano mayor.
—Por fin te cayó el veinte —comentó Esteban, notando la firmeza en los ojos de José Manuel—. Ya era hora de que dejaras de evadirlo. Te juro que don Gustavo Rivas debe estar bien contento.
José Manuel asintió, pero sus ojos se llenaron de preocupación.
—La verdad, el ambiente dentro del grupo no es tan armonioso como yo creía. Si no hay un heredero fuerte que ponga orden, algunos viejos zorros ya andan moviéndose, esperando el día en que mi abuelo ya no pueda más para repartirse todo lo que puedan.
—Así es esto —dijo Esteban, cruzándose de brazos—. Solo cuando hay problemas internos y externos es que esos viejos pueden aprovechar y querer cambiarlo todo.
Por primera vez, los ojos de José Manuel perdieron su aire despreocupado de siempre.
—No voy a dejar que se salgan con la suya.
Esteban fue directo:
—Si quieres estabilizar la situación en el grupo, a veces tienes que tomar decisiones duras, no te va a quedar de otra.
—¿Por ejemplo? —preguntó José Manuel, inclinándose un poco hacia Esteban. En ese momento, cualquier consejo o experiencia sobre manejo de personal o administración era oro puro para él.
Su abuelo también le estaba enseñando, pero muchas de las estrategias de antes ya no funcionaban igual. Grupo Rivas necesitaba refrescarse, renovarse, meter sangre nueva para sobrevivir.
Esteban no se guardó nada y le fue soltando consejos y anécdotas. Platicaron sobre el tema durante casi media hora, y José Manuel sintió que le abrían los ojos.
—Platicar contigo vale más que años de libros —bromeó José Manuel al final, aunque en el fondo lo admiraba.
Esteban acababa de salir de la universidad cuando tomó el mando de Grupo Ferreira y, desde entonces, todos en su círculo sabían que era imbatible.
Terminaron de hablar de trabajo y Esteban aprovechó para sacar un tema que traía guardado.
José Manuel se encogió de hombros.
—Me preguntaste, así que no te molestes luego. Y tampoco vayas a decir que fue mi culpa.
Ya antes, Esteban le había pedido que no se metiera en asuntos de Ariana. Pero ahora era Esteban quien sacaba el tema, así que no era cosa suya.
—No te hagas, cuéntame —dijo Esteban, con voz seca.
José Manuel narró de forma sencilla lo que había pasado esa noche.
Al final, resumió:
—Ese tal Marcos sí tiene una relación rara con tu ex, siempre defendiéndola. Nere la regó con algo que dijo y Marcos de plano se le fue encima, la hizo quedar fatal delante de todos. Y para acabarla, en la subasta de la gala, Marcos obligó a Nere a gastar el triple de lo planeado para llevarse el regalo que pensaba darle a su abuelita.

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