El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 220

Romeo se atrevió a negarlo todo sin pensarlo dos veces porque, antes, ya le había insinuado por teléfono a su tío Javier que le echara una mano borrando los videos de las cámaras en la tienda de la marca.

En cuanto a los destrozos que él mismo había causado dentro del local, para la familia Navarrete eso no era nada: tenían suficiente dinero como para pagar lo que fuera necesario. No le preocupaba ni tantito, por eso seguía tan engreído.

Además, en ese momento de la pelea, los ojos le ardían tanto que necesitaba desquitarse con algo. De no hacerlo, sentía que iba a explotar. Así que, según él, no era su culpa.

—¿Escucharon bien? ¡Mi nieto dice que no hizo nada de eso! —Belén, convencida de lo que decía Romeo, enseguida se fue contra Ariana—. Seguro fue esa loca que, como no pudo agarrar fortuna, ahora se quiere vengar y ponerlo en mal. Bah, de esas mujeres, yo ya he visto bastantes en mi vida, ¡ni me espanto!

El policía de civil, que presenciaba la escena, arrugó la frente con fastidio.

—Si Romeo lo hizo o no, lo vamos a aclarar nosotros. Ustedes, como familia, lo único que deben hacer ahora es convencer a Romeo de que venga conmigo al Ministerio y coopere.

Hizo una pequeña pausa y, al ver que no reaccionaban, alzó la voz para que lo entendieran bien.

—Si Romeo o ustedes no quieren cooperar, me veré obligado a llevármelo por la fuerza.

—¡Si te atreves…! —Belén, fuera de sí, casi se desmaya de nuevo.

La señora que la cuidaba corrió a darle palmaditas en la espalda, tratando de tranquilizarla.

Apenas Belén se sintió un poco mejor, volteó furiosa hacia su nuera Celeste y le gritó:

—¿Te vas a quedar ahí parada? ¡Llama a tu hermano de una vez! ¡Van a dejar que le arruinen la vida a tu hijo!

Celeste se sintió humillada, pero entendió que debía marcarle a su hermano mayor para aclarar la situación. Respondió con voz temblorosa:

—Ya voy, no se altere, ahorita le marco.

Sacó su celular, buscó el número de Javier y lo llamó de inmediato.

Mientras tanto, las dos enfermeras que estaban en la habitación se miraron discretamente, con cierta inquietud. Era obvio que esa familia tenía poder, y no podían evitar preocuparse por el joven policía: ¿le iría mal después por enfrentarse a ellos?

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