En realidad, Marcos seguía sintiéndose muy mal. Su cuerpo no encontraba alivio, la tensión dentro de él amenazaba con hacerlo estallar, y el dolor de sus heridas, además de mantenerlo consciente, intensificaba la sensación de deseo y tortura física que lo carcomía por dentro.
Pero aquellas palabras de Jazmín, momentos antes, habían sido como agua fresca en pleno desierto: lo recorrieron por completo, y el incendio que ardía en su interior se apagó, aunque fuera sólo un poco.
Jazmín, al ver que él dejaba de hacerse daño, por fin pudo respirar tranquila.
Unos minutos después, llegó la ambulancia y Jazmín acompañó a Marcos al hospital.
Dentro de la ambulancia, el médico le administró un sedante a Marcos y comenzó a atender las heridas de su brazo y hombro.
La enfermera que iba con ellos lanzó una mirada a Jazmín. Notó su cabello un poco revuelto, las marcas rojas asomando por el cuello, pese al intento de cubrirlas con el cuello de la blusa, y sus labios un poco hinchados... Así que, con delicadeza, le sugirió:
—Cuando lleguemos al hospital, sería bueno que tú también te hicieras un chequeo.
Jazmín se quedó pasmada un momento, pero pronto entendió lo que la enfermera insinuaba.
La enfermera temía que ella hubiera sido víctima de algún tipo de agresión y, por eso, le sugería hacerse un chequeo para guardar evidencia.
En ese instante, Jazmín agradeció, una vez más, haberle mordido a Marcos con todas sus fuerzas. Si no fuera por esa mordida, probablemente ahora sí necesitaría hacerse ese tipo de revisión.
—Estoy bien, gracias —respondió Jazmín, esbozando una sonrisa, pues no tenía cómo explicar la situación sin enredarse más.
Al escucharla, la enfermera ya no insistió.
Llegaron pronto al hospital. Jazmín se encargó de los trámites de ingreso de Marcos.
Luego de la revisión médica, confirmaron lo sospechado: había ingerido una bebida adulterada con esa sustancia, y la única solución era esperar a que el cuerpo la eliminara poco a poco.
—No lo sé... Esta noche estaba con unos compañeros del trabajo en el Centro Empresarial Platino, celebrando que cerramos un proyecto importante. De pronto, Marcos me llamó, decía que se sentía mal, que estaba muy incómodo. Justo estaba en el mismo centro empresarial, así que fui a buscarlo para ver cómo estaba.
—Cuando llegué, lo encontré solo, tirado en el sofá de una de las salas privadas. Al principio pensé que estaba borracho, pero cuando me acerqué, me di cuenta de que algo andaba mal. Seguro tomó algo raro, y ya estaba sufriendo los efectos. Quise llamar a emergencias para llevarlo al hospital, pero entonces...
Jazmín no terminó la frase. Lo que sucedió después le resultaba demasiado difícil de contar.
Ariana, en el fondo, sabía lo que eso significaba. Cuando ella tenía diecinueve años, pasó por algo parecido. Esteban Ferreira había bebido vino adulterado, y la reacción que tuvo Ariana fue completamente diferente a la de Jazmín.
En aquel entonces, Ariana se ofreció como el "antídoto" para ese hombre. Al final, la gente terminó tachándola de mujer sin escrúpulos, de interesada y calculadora.
—Jazmín, tú hiciste lo correcto. Ojalá yo hubiera tenido tu claridad en ese momento.
En ese instante, Ariana sintió una punzada de arrepentimiento. Antes no se había sentido mal por lo que había hecho, pero ahora le encantaría que todo aquello nunca hubiera pasado…

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